Violencia de sexo y juventud
La erradicación de cualquier tipo de maltrato o de violencia machista continúa siendo una de las asignaturas pendientes de nuestra sociedad. A pesar de las continuas campañas encaminadas a la sensibilización de la población sobre la que es una preocupante lacra y de que se ha conseguido poner el foco en algo que hace unas décadas parecía invisible, los datos de los balances nos sorprenden con una realidad que se aleja de lo deseable, que mantiene modos de comportamiento que deberían estar más que desterrados. Si ya de por sí esta situación nos inquieta, las alarmas se disparan cuando sus protagonistas son jóvenes y adolescentes. Los expertos han advertido, a través de distintos informes, de una realidad que para muchos puede pasar desapercibida y que echa raíces en las generaciones más jóvenes. La tolerancia ante comportamientos machistas en las primeras relaciones no es inusual en el colectivo que integran las mujeres y los hombres del mañana. Se pone el acento en nuevas formas de maltrato, generadas en torno a las maneras de comunicarse y relacionarse. Estos días, precisamente, ha recobrado actualidad el caso del joven jiennense que fue denunciado por quien había sido su expareja y en cuyo teléfono móvil la Policía encontró instalada una aplicación espía con la que conocía todos sus movimientos y con quién se comunicaba. Se apoyan en nuevas tecnologías, pero no dejan de ser casos de maltrato machista.
La educación, tanto en los hogares como en los centros educativos, es la principal arma con la que luchar contra este tipo de violencia. Si los resultados no están siendo satisfactorios, habrá que replantearse nuevas estrategias que sienten las bases de un mejor futuro en este ámbito.