Una lacra social que no cesa

    14 sep 2020 / 16:32 H.
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    El último episodio ocurrido en Marmolejo, pendiente de confirmar, tiene todos los visos de ser un nuevo caso de violencia de género que terminó con una mujer herida de gravedad en el hospital y el marido fallecido días después de la agresión. No hay visos de erradicación de una lacra social que no solo no pierde fuerza, sino que alcanza todas las edades y niveles de educación. Da igual que vivas en un pueblo o en una ciudad, que tengas ochenta o cuarenta años, incluso veinte. El problema sigue vigente y necesita el esfuerzo conjunto de toda la sociedad para involucrarse contra un fenómeno que debe ser erradicado totalmente cuanto antes. Cuando hay grandes avances en la consolidación de todo tipo de derechos resulta inexplicable que no se haya conseguido, a través de medios educativos e incluso represivos cuando es necesario, un cambio radical que acabe con esta grave amenaza. Ni que decir tiene que los llamamientos y actos simbólicos que se celebran una vez al año son necesarios. Sin embargo, deben tener continuidad a lo largo del año con medidas realmente efectivas porque las estadísticas demuestran que aún queda mucho por hacer y que los esfuerzos de las instituciones no han conseguido acabar con este drama. La libertad precisa de seguridad, algo obvio e innegable, y en este sentido la sociedad no puede dar la espalda a quienes no tienen ni siquiera esa mínima garantía en su propia casa. La denuncia es el único camino, tanto de forma individual como colectiva. Basta con una sospecha para acudir a las fuerzas del orden público y ponerla en conocimiento. Es crucial la colaboración ciudadana para que ninguna mujer se sienta sola e impotente. Ese es el camino.

    Editorial