Una crisis sanitaria eterna

    22 nov 2020 / 16:48 H.
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    La crisis sanitaria provocada por el coronavirus se prolonga en el tiempo sin que ni siquiera las medidas de restricción sirvan como remedio de unos males que no cesan. Difícil rebajar la barrera de los trescientos casos diarios en una provincia que amanece, cada día, con nuevos fallecidos y que se sitúa entre las primeras de España con más contagios en esta segunda ola. La tendencia a la baja es una evidencia que, sin embargo, contrasta con la presión hospitalaria. La situación que viven los profesionales de la sanidad pública comienza a ser insostenible. Hay que tener en cuenta que son muchas las bajas que hay cada día, aumentan las hospitalizaciones y, aunque haya espacios alternativos para ingresar a nuevos pacientes, el problema es que no hay personal suficiente para atender a todos. Es en momentos críticos como este cuando saltan a la luz pública los recortes sanitarios de otros tiempos y se valora a quienes están en primera línea de fuego de una guerra que no termina. La vacuna de las diferentes empresas farmacéuticas, en las que se aprecia una competencia atroz por ser los primeras en llegar a la línea de meta, genera esperanza por un lado y desconfianza por otro. Si está complicada la sanidad, no menos está la economía. Se acerca la Navidad y la reducción de la movilidad perimetral, unida a las restricciones horarias, amenaza seriamente a los comercios y a la hostelería, servicios que no son esenciales durante el estado de alarma, pero que sí son fundamentales para que no se paralice la actividad antes de llegar a la quiebra más absoluta. El agravamiento de la crisis sanitaria se justifica en una excesiva polarización política y descoordinación entre administraciones que impide actuar con celeridad.

    Editorial