Temperaturas y falta de agua
La primera gran ola de calor de este verano tardío terminó con un fin de semana plagado de actividades en los municipios jiennenses en los que, por las noches, se puede respirar. Nada mejor que regresar al pueblo en la etapa vacacional más importante del año, donde están nuestras raíces y el lugar desde el que se pueden ver las estrellas con más claridad que desde las grandes ciudades que llenan de viajeros los aeropuertos. Los cuarenta grados de temperatura no hay quien nos los quite en el sur de España, con noches superiores a los veinte que cargan el ambiente y hacen que resurja de las cenizas la pobreza energética. No todo hijo de vecino está preparado para afrontar el calor que siempre llega ni hay bolsillo que pueda aguantar la factura de la luz. Hay que recordar la evidencia científica de que la existencia de un calentamiento progresivo del planeta que condena a los andaluces a un aumento preocupante de los grados en el termómetro y que convierte en un problema la falta de agua. Llovió en primavera más de lo esperado, lo que revolvió la “papeleta” de los pantanos bajo mínimos, pero no se puede bajar la guardia, desde las instituciones, porque la sequía debe ocupar la mayor parte de la agenda política, desde Bruselas hasta Andalucía, con especial incidencia en las ciudades del arco mediterráneo. El clima es un condicionante básico de la calidad de vida y de la actividad económica y el agua se puede considerar, sin lugar a dudas, como el elemento clave del progreso, por lo que todas las iniciativas que se diseñen para conseguir el desarrollo de esta tierra tienen que estar pensadas teniendo en cuenta las consecuencias del cambio climático.