Primera investidura fallida

La única sorpresa en el primer intento de investidura desde que se celebraron las elecciones generales fue la equivocación de uno de los diputados socialistas al emitir su decisión. El resto sucedió tal y como estaba previsto, de tal forma que, por el momento, Alberto Núñez Feijóo, el candidato del partido que se convirtió en la lista más votada en la cita con las urnas, no podrá ser presidente del Gobierno. 178 apoyos frente a 172. Este fue el resultado que arrojó el pleno después de dos días de debate y de tensiones vividas y escenificadas en el Congreso de los Diputados. El líder del Partido Popular sale reforzado por los suyos y bautizado como jefe de la oposición. Esos eran, realmente, sus dos principales objetivos. En primer lugar, consolidar el liderazgo que paseó en campaña electoral por todo el país. Y, en segundo lugar, dejar claro al electorado que su posición de ariete contra el Gobierno que se presume que continuará es y será contundente. El papel que le tocará vivir pasa por hacer ver a la ciudadanía el alto precio que pagará Pedro Sánchez para continuar en el Palacio de la Moncloa. Lo insólito es que no fuera su principal contrincante el que tomara la palabra en una jornada tan importante para el futuro del país, una estrategia bien pensada que pronostica por dónde irán los “tiros” en un mandato que se presume de alto voltaje político. La inestabilidad no es buena para ninguna administración pública, mucho menos para la central, por lo que es necesario que quienes representan a los ciudadanos tengan altura de miras en un momento trascendental como este. Lo único que quedó claro en el debate es que las posiciones están demasiado polarizadas y es difícil el encuentro entre el bipartidismo.