Por una salud libre de humos
Hoy se celebra el Día Mundial sin Tabaco con la mirada puesta en la industria y sus tácticas para atraer cada vez a un mayor número de consumidores. Son muchos los pasos dados por las administraciones públicas con competencias en la materia para intentar concienciar a la población del peligro que conlleva un producto con capacidad suficiente como para generar enfermedades que conducen hasta la muerte. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer en lo concerniente a la delimitación de los espacios libres de humo.
Una de las prioridades, en este sentido, está en la reforma de la normativa para ampliar los lugares en los que está prohibido fumar, como las terrazas de los bares y los restaurantes, aunque también es una táctica perfecta, incluso de emergencia, subir el precio del tabaco, imponer la cajetilla genérica y regular los nuevos productos con nicotina, incluyendo los cigarrillos electrónicos y productos calentados. La ampliación de los espacios sin humo es una demanda largamente sostenida por la comunidad científica y las organizaciones sociales dedicadas a la lucha contra el tabaquismo. Sin embargo, se trata de una medida que resulta insuficiente por sí sola, por lo que urge una intervención gubernamental decisiva y contundente. Hay que tener en cuenta también la regulación de los nuevos productos con tabaco o con nicotina, cuyo consumo está disparado entre la población joven por un motivo principal: la reducción de su coste. España es uno de los países con los precios más bajos de toda Europa, lo que favorece el acceso de los adolescentes y, por tanto, baja la edad de iniciación al consumo. Son muchos los frentes abiertos en este sentido, porque no hay que olvidar que el empaquetado neutro es una iniciativa que ya está vigente en más de veinte países. Consiste en eliminar elementos de diseño y distinción en las cajetillas y de reducir su atractivo entre los menores de edad. El bien será generalizado, porque reducir el consumo es ganar en salud.