No son un juego de niños
Un suceso marcó la celebración de la Nochebuena en la capital. Un niño de 13 años perdió la mano izquierda cuando manipulaba un petardo en la calle Murillo del barrio de Peñamefécit. Un hecho lamentable y con unas consecuencias fatales. Lo ocurrido abre numerosas interrogantes sobre cómo se pudieron salvar los filtros para que el potente artículo pirotécnico llegara a manos del menor, si fue adquirido en un establecimiento comercial y si el producto, en este caso, contaba con todas las garantías exigidas. De partida, la ley es tajante a la hora de regular el uso de los petardos, que se encuentran completamente vetados para los menores de 12 años. Estos solo pueden utilizar los pistones de percusión utilizados para algunos juguetes. A partir de esa edad y hasta los 16 años, tan solo se permite el uso de voladores, bengalas de palillo y bombitas. Según estos datos, el menor herido la pasada Nochebuena tenía vetado legalmente el uso del material que le estalló en las mano. A los progenitores y tutores de los menores debe corresponder el extremar la vigilancia sobre estos con el fin de garantizar la seguridad y que algo a lo que se acercan de manera inocente tenga unas consecuencias fatales. En este sentido, también es exigible que se extreme la vigilancia por parte de las autoridades competentes. Por un lado, para garantizar que los productos pirotécnicos puestos a la venta cuentan con todas las garantías exigibles; por otro, para asegurarse de que solo pueden ser adquiridos en los establecimientos autorizados para ello, además de controlar que no pueden acceder a su compra a menores.