Necesaria Trashumancia
Tiene el pastoreo un mérito innegable en una sociedad en la que impera la tecnología y la búsqueda de lo fácil y lo especialmente rentable. La trashumancia, una práctica ancestral que permite alimentar el ganado que nos da de comer, lleva implícito un sinfín de beneficios medioambientales que es importante poner en valor para hacer ver a las administraciones públicas que aumentar el presupuesto anual en un sector clave para la subsistencia humana no es gastar, sino invertir en presente y futuro. La provincia de Jaén es uno de los lugares de España con más familias trashumantes y, aunque escasean las que se pasan la mitad del año fuera de su casa para mantener a sus animales, lo cierto es que no hay mayor exponente nacional que el de Santiago-Pontones, un patrimonio de todos que hay que preservar por muchos motivos, como dar alimento natural al ganado, limpiar de pasto caminos inservibles y conservar una red de vías pecuarias que aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Tirar de las orejas a la Administración cuando no arrima el hombro todo lo que debiera no es la única salida, porque contribuir desde lo individual a un bien común es una solución más que plausible. ¿Cómo? A través de la adquisición de productos elaborados con prácticas sostenibles como la trashumancia. Son más caros, sí, pero más rentables social e incluso sanitariamente. El sector ganadero atraviesa un momento complicado, primero por un invierno especialmente seco, remediado a medias en la recta final de la primavera, y segundo porque si no hay agua, no hay pastos y, si no hay pastos, hay que acudir a los piensos, cuyos costes están desorbitados desde que estalló la guerra de Ucrania. Es la pescadilla que se muerde la cola. Hasta tal punto llega el problema que los ganaderos están sacrificando sus animales porque no tienen dinero para alimentarlos. Hay soluciones encima de la mesa que pueden contribuir a paliar un verdadero problema, pero es fundamental escuchar a quienes más saben de esta práctica de toda la vida antes de tomar una decisión mal acertada.