Llamada al entendimiento
El Rey Felipe VI dedicó parte de su tradicional discurso de Nochebuena, en el que el jefe del Estado suele hacer balance del año a punto de concluir, a la situación política en Cataluña. En su intervención, el monarca instó a los dirigentes recién elegidos en las urnas a tomar una vía que conduzca a que “la convivencia en el seno de la sociedad catalana, tan diversa y plural como es, recupere la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo” y “las ideas no distancien ni separen a las familias y a los amigos”. Así, se hizo eco de la profunda brecha social que los acontecimientos de los últimos meses han generado y que, como consecuencia, han dejado una sociedad dividida. Las elecciones del pasado 21 de diciembre, con una participación sin precedentes en aquella comunidad autónoma, vinieron a ratificar este hecho, con un Parlamento absolutamente fragmentado en dos bandos: independentistas y constitucionalistas.
Algunas de las declaraciones escuchadas estos días por los líderes que abanderaron el proceso secesionista no permiten mostrarse muy optimista ante el futuro, ya que mantienen el mismo discurso radical defendido en los últimos tiempos y cuyas consecuencias son conocidas por todos. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mostró su disposición a dialogar con el presidente de la Generalitat que sea elegido tras la constitución del Parlamento de Cataluña. Sorprende que el anterior presidente, Carles Puigdemont —fugado, como es sabido, en Bruselas para no asumir las consecuencias de saltarse la ley— se autoproclame como el único interlocutor válido, cuando aún se desconoce quién asumirá la presidencia. Sin duda, aún queda mucho camino por transitar.