La sanidad pública andaluza

    30 dic 2024 / 09:06 H.
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    Uno de los principales problemas que tienen los andaluces en la actualidad tiene que ver con la sanidad pública, en crisis desde que estalló la pandemia del coronavirus. Conseguir cita con el médico de cabecera en tiempo prudencial es complicado en cualquier centro de salud y, aunque haya unas especialidades mejor que otras, lo mismo ocurre en la atención hospitalaria. La Junta de Andalucía da pasos hacia el avance de un sistema que siempre sirvió de ejemplo para otros países en los que lo único funciona es lo privado, pero da la impresión de que resultan insuficientes.

    La consejera de Salud y Consumo, Rocío Hernández, informó el jueves, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, de una disminución de un 44% de los pacientes que esperan para una intervención quirúrgica fuera de plazo. Además, señaló que un 12% se han reducido gracias a los conciertos sanitarios, que denuncia la oposición, y que los días de demora para ser operados han caído en 30 días, de 150 en diciembre de 2023 a 120 a diciembre de este año. Sin embargo, los sindicatos interpretan los datos de diferente manera y, mientras tanto, son los ciudadanos los que sufren las consecuencias de la falta de profesionales, que es la verdadera raíz de un problema que se no arregla en dos días. Hay quienes hablan de “medias verdades, cuando no directamente mentiras”, como la Unión General de Trabajadores, que pone en duda que la convocatoria de 13.486 plazas en el Servicio Andaluz de Salud sea histórica. Asegura que 12.568 serán para el turno de acceso libre y 918 para promoción interna. Independientemente de la existencia de dos versiones de un mismo hecho, lo cierto es que es necesario incrementar la plantilla, una reivindicación histórica que pasa por aumentar las plazas de médicos en toda España, un proceso de formación que lleva su tiempo y que bloquea la solución de las cada vez más inquietantes listas de espera. Hay servicios totalmente colapsados y la Atención Primaria, que es la primera puerta a la que llama el paciente, necesita más respaldo.

    Editorial