La llegada de la normalidad
Está claro que el coronavirus da sus últimos coletazos gracias a la excelente cobertura de vacunación que hay en Andalucía. El Comité Territorial de Alerta de Salud Pública, que es el que tiene registrados todos los datos que dejaron de ser públicos, decreta nivel cero de riesgo en toda la provincia, lo que significa que puede haber peligro de transmisión, pero de forma controlada. Se trata de una buena noticia después de más de dos años de una pandemia que marcó el ritmo social y económico de todo el mundo. Las últimas celebraciones, como la Semana Santa o las romerías, demuestran una vuelta a la normalidad tan necesaria como el agua para vivir. Los datos demuestran que hay motivos para el optimismo. Basta con comprobar la baja ocupación hospitalaria para darse cuenta de que la situación es totalmente diferente a la de hace tan solo un año. El problema está en los grupos mayores de sesenta años, sobre todo en los que han cumplido los ochenta, con un crecimiento del nivel de riesgo importante que, sin embargo, no atañe al resto de segmentos de la población. Sin embargo, quienes contraen el coronavirus ya no tienen la sintomatología de antes y, salvo excepciones, algunos ni siquiera tienen que recurrir a los fármacos y, además, tampoco se ven obligados a ausentarse del trabajo. La normalidad se mantiene, salvo las excepciones de uso obligatorio de la mascarilla decretados por el Gobierno y las comunidades autónomas, con lo que todo hace indicar que la sociedad ganará pronto la batalla a un virus que queda en un plano secundario en el escalafón de los problemas teniendo en cuenta que hay una guerra en Ucrania. La clave está en la fortaleza de una sanidad que es nuestra salvación.