La futura gestión del tranvía
Los técnicos que trabajan en el arreglo de los desperfectos del tranvía aseguran que las pruebas realizada dentro y fuera de las cocheras dan buenos resultados y que, dentro de la gravedad de la situación de abandono en la que se encontraba el sistema, tampoco está tan mal. La impresión es que, ahora, va en serio. Habrá que ver, con el paso del tiempo, si funciona correctamente y cumple con la función que tiene todo medio de transporte público, un modelo cuyo éxito o fracaso depende más de la rentabilidad social que de la económica. Es normal que los ciudadanos desconfíen de su puesta en funcionamiento después de los vaivenes políticos, porque está claro que lo único que faltó para desbloquear este proyecto millonario fue, sin lugar a dudas, la falta de voluntad. Hay que reconocer a la Junta de Andalucía que si no es por el carácter metropolitano que otorgó al tranvía, en la primera etapa de Juanma Moreno como presidente, nunca se hubiera agitado el vaso para revitalizar una infraestructura que revolucionó el paisaje urbano de la capital. La clave del futuro estará en las condiciones de su explotación. Se trata de un trazado de apenas cinco kilómetros en una ciudad de cortas distancias, por lo que la conexión del tranvía con los barrios, a través del autobús urbano, será clave para garantizar el éxito. También influirá el número de trenes que salgan a la calle, porque cuantos más estén en marcha, menos tiempo de espera habrá en cada una de las diez paradas que, en su día, se estimó de diez minutos como máximo. De la misma manera habrá que tener en cuenta el precio del billete, si conlleva transbordo y, por supuesto, si tendrá coste aparcar en el estacionamiento de Vaciacostales. La gestión es crucial.