La bajada de los impuestos

La situación económica que se presagia en los próximos meses, con la amenaza real de la influencia mundial de la guerra de Ucrania, empieza a hacer mella en las administraciones públicas gobernadas por diferentes colores políticos. Se avecinan unas elecciones municipales que, sin lugar a dudas, marcarán el camino de la Moncloa y, en este sentido, quienes están en el poder empiezan a mover ficha para salir lo más airosos posibles de la que se avecina. El primero en poner sobre la mesa una iniciativa encaminada a mitigar los efectos de una posible crisis en el bolsillo de los ciudadanos fue el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, con un anuncio trascendental: la comunidad a la que representa deflactará la tarifa del IRPF y suprimirá el Impuesto del Patrimonio para facilitar la llegada de capitales y la inversión productiva con el objetivo, a su vez, de facilitar la dinamización económica y el aumento de recaudación tributaria. El Gobierno de la nación no sólo puso el grito en el cielo, sino que emprendió una campaña para hacer ver a la población que la intención del dirigente autonómico no es otra que beneficiar exclusivamente a los ricos. Sin embargo, erró en la estrategia. Presidentes de otras comunidades gobernadas por el Partido Popular secundaron la propuesta de Juanma Moreno e, incluso, algunos del Partido Socialista terminaron de romper los esquemas del equipo de Pedro Sánchez. La consecuencia es una evidente división interna en el seno de una fuerza política entre el líder y los barones, algo que no es nuevo, además de una lección para quienes sitúan la política por encima del interés general. Aliviar la carga fiscal del ciudadano no es, desde luego, una cuestión ideológica.