Interrogantes tras los ataques
La advertencia recibida por parte de los Mossos, el pasado 25 de mayo, en la que se alertaba de posibles ataques durante el verano contra emplazamientos turísticos muy concurridos de Barcelona —en concreto, en La Rambla—, ha levantado toda una polvareda. Aunque se ha apuntado desde distintas fuentes a la inteligencia norteamericana como el origen de este aviso, en la comparencia protagonizada por el consejero de Interior de la Generalitat, Joaquim Forn, y por el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, se negó que el origen fuera de la CIA y que en todo momento se consideró que la advertencia era de “fiabilidad muy baja”. Bajo la premisa de que los únicos culpables de los atentados perpetrados el pasado agosto en Barcelona y Cambrils fueron los terroristas, sí que es cierto que al ciudadano le surgen diversos interrogantes una vez materializados los ataques. ¿Por qué se consideró tal aviso como de “fiabilidad muy baja”? ¿Fueron suficientes las medidas adoptadas para garantizar la seguridad en esos puntos estratégicos y quién fue el responsable de adoptar esas medidas? ¿Por qué no se instalaron bolardos en la turística vía barcelonesa, a sabiendas del “modus operandi” de los terroristas en otras ciudades europeas? ¿Hubo coordinación entre las fuerzas y cuerpos de seguridad para comunicarse esos avisos y de dónde procedían? Siempre que no se desvelen cuestiones claves para la seguridad, los ciudadanos tienen derecho a que se les den respuestas. Lo que desde luego no parece tolerable es la actitud del Gobierno catalán que, en vez de dar respuestas, se escuda en una supuesta maniobra para desprestigiar el trabajo de los Mossos, lo que parece una excusa para desviar la atención.