El rechazo social a la vacuna

    19 ene 2021 / 18:08 H.
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    La vacunación es la clave para poner fin a la pandemia. Es la única herramienta que, casi un año después de que estallara la crisis sanitaria, está al alcance de la sociedad para quedar liberada de una mal que supone una seria amenaza diaria. Los expertos aseguran que alrededor del 70% de la población debe inmunizarse para que el proceso surta el efecto deseado, es decir, acercarnos al tipo de normalidad que la covid-19 nos forzó a dejar atrás desde marzo de 2020. El camino no será fácil. Los investigadores que, en los últimos meses, lo dieron todo hasta dar con el fármaco perfecto deben estar con los nervios a flor de piel al comprobar que la ausencia de planes de vacunación genera una lentitud que prolongará la agonía del coronavirus si nadie lo impide. Los obstáculos logísticos para la distribución del medicamento, la falta de personal para administrarlo y la falta de planes organizativos en los centros sanitarios públicos son problemas a los que hay que añadir uno más: el rechazo social. Hay estadísticas que igualan los porcentajes entre quienes quieren vacunarse y quienes no, una circunstancia sumamente grave en este contexto, que supone una amenaza para el deseado objetivo de terminar con una pandemia que acabó con la vida de miles de personas y que puso de rodillas nuestra economía. La desinformación está detrás de ese terrible temor a posibles efectos secundarios o a la rapidez del proceso de desarrollo de un fármaco imprescindible en las circunstancias actuales. Debe quedar clara la minuciosidad de las pruebas clínicas realizadas y la colaboración sin precedentes entre laboratorios de todo el mundo, además de la financiación pública y privada de la industria, para poner coto al rechazo social.

    Editorial