El mal uso de las urgencias
La situación de la sanidad pública no está ni tan mal como la pintan ni tan bien como nos quieren hacer ver. Siempre hay un término medio. Lo que sí está claro es que las esperas en cualquier tipo de servicio son el principal motivo de queja y que los esfuerzos de la Administración autonómica por mejorar cada vez son más grandes. El principal problema que tiene el Hospital Universitario de Jaén es la dispersión de edificios que denuncian los propios profesionales desde hace más de veinte años. La construcción de la Ciudad Sanitaria eliminará de un plumazo el gran obstáculo al que se enfrenta tanto el personal como los usuarios, pero falta mucho tiempo para ver convertido en realidad un proyecto que empieza a dar sus primeros pasos. Hablar de saturación de las urgencias hospitalarias se antoja, quizás, exagerado, pero nadie puede negar que el tiempo para ser atendido aumenta por factores que tienen que ver tanto con la falta de especialistas como con el mal uso del sistema sanitario. Debería estar penado de alguna manera el hecho de que algunos usuarios demanden el servicio sin necesidad, lo mismo que aquellos sanitarios que derivan desde la Atención Primaria asuntos que bien podrían tener otra solución. Quienes están al pie del cañón cada día ven que hay patologías que no precisan acudir a los servicios de emergencias hospitalarias, sino que se pueden resolver en los centros de salud. El problema es que la situación que atraviesan los médicos de familia, con falta de personal, hace que las citas se demoren y, al final, todos acaben en el mismo lugar. No hay que escatimar en recursos, ni humanos ni materiales, cuando se trata de la salud, pero hay que hacer buen uso de lo que tenemos.