El incremento de los precios

    23 jul 2021 / 10:36 H.
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    Es necesario, después del parón ocasionado por los primeros meses de pandemia, que la economía se mueva y, en esa deseada vuelta a la normalidad, las familias puedan llegar a final de mes sin apuros. El problema es que hay serias dificultades en el camino. La primera, por supuesto, el coronavirus, que impide que los negocios se desarrollen de la misma manera que lo hacían antes de que estallara esta grave crisis sanitaria. Sin embargo, hay otros más. La liberación de las restricciones hizo que muchos establecimientos que echaron el cierre regresaran a la actividad, que el turismo empezara su proceso de recuperación y que, en líneas generales, se activara el consumo tan necesario. El siguiente inconveniente está en los precios. Basta con ver la factura del suministro eléctrico para darse cuenta de que la luz es, hoy en día, un artículo de lujo al alcance de muy pocos. Hay muchas familias que viven la otra cara de la pobreza, la energética, porque no pueden afrontar un gasto que cada vez es más abultado. Lo mismo ocurre con las empresas, obligadas a cerrar media jornada porque les sale más rentable que mantenerlas abiertas. Al encarecimiento de la energía se suma el coste de los carburantes. El Boletín Petrolero de la Unión Europea apunta precios de la gasolina por encima de los 1,4 euros el litro, de tal forma que, este verano, llenar un depósito medio de cincuenta litros vale setenta euros, doce más de lo que valía el verano pasado, es decir, un 21% más. Este contexto complica, por ejemplo, que haya alegría en el turismo, porque a los gastos habituales de pernoctación y comida hay que unir el del transporte. En nada ayuda esta falta de regulación del mercado tan complicada para el bolsillo.

    Editorial