El alma de Europa se desgarra

23 mar 2016 / 09:20 H.

Firmeza, calma y dignidad ha pedido el monarca belga ante el brutal ataque terrorista al corazón de Europa. Las vidas rotas por los atentados dejarán el 22 de marzo marcado en negro en la dramática lista de fechas como el 13 de noviembre en París o aquel fatídico 11 de marzo en Madrid. Tres explosiones en el aeropuerto y en el metro en la capital belga, muy cerca de las instituciones europeas, dejan un saldo de una treintena de muertos y más de doscientos heridos. Desde el España, todas las banderas de los edificios públicos ondearán a media asta en señal de duelo por las víctimas hasta mañana, jornada de Jueves Santo.

La Policía Federal belga tiene claro que el ISIS está detrás de la masacre y ha apelado a la colaboración ciudadana para identificar a uno de los sospechosos, ya que otros dos presuntos implicados se cree que fallecieron en los atentados.

Los asesinos se amparan en la cobardía para matar, algo demasiado fácil cuando se desprecia hasta la propia existencia. Por eso es ahora, en estas circunstancias de barbarie en caliente, cuando los países deben dejar de lado cualquier interés partidista para remar en la misma dirección y colaborar de manera coordinada y eficaz no solo para detener a los culpables, sino para prevenir futuras masacres de fanáticos fundamentalistas. Tintín, símbolo de un país que hasta ahora se creía seguro, también está de luto y las redes sociales se han hecho eco de ello. Nadie está a salvo cuando se trata de fanatismos. Pero, ahora más que nunca, resulta primordial ser fuertes y no caer en la desesperanza para defender unidos la forma de vida civilizada y en paz que tanto ha costado conseguir.