Coronavirus en el campo

    13 ene 2021 / 16:54 H.
    Ver comentarios

    Cuando estalló la pandemia, allá por el mes de marzo del año pasado, la campaña de recolección de aceituna ya estaba terminada. Solo quedaban en el campo los trabajos propios para preparar el terreno después de haber permanecido en él las máquinas, aquellos en los que no es necesaria acumulación de mano de obra en el tajo. La crisis sanitaria, que desembocó en un estado de alarma y en un confinamiento, no causó estragos en el sector, puesto que los olivareros, en aras de dar un servicio declarado esencial, continuaron con sus labores con un riesgo mucho más inferior que el de otras profesiones en las que no hay posibilidad de estar al aire libre ni de teletrabajar. El olivar, de esta forma, aguantó bien el tirón. El problema se presentó en la campaña que todavía está en vigor. Fueron muchos los frentes que encontraron abiertos los agricultores, y también los empresarios, porque si difícil era antes dar cobijo a los temporeros, mucho más complicado era hacerlo con un manifiesto riesgo de contagios. Sin embargo, el obstáculo más importante estuvo, y está, en los traslados al olivar. Cierto es que no son muchos los casos de la covid-19 que se han registrado durante la aceituna, pero casi todos son, precisamente, por la escasa distancia social que separa a los trabajadores en los vehículos tan necesarios para llegar hasta el olivar en cuestión. Quienes, desgraciadamente, dieron positivo en los tajos se encontraron totalmente desamparados, lo mismo que los que se vieron obligados al aislamiento durante los días pertinentes para evitar la propagación del coronavirus. Perderán los jornales y lo más probable es que, al regreso, ya no habrá más tareas en el campo. Otro frente más abierto.

    Editorial