Cohesión y altura de miras

    13 oct 2020 / 17:14 H.
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    La celebración de la Fiesta Nacional ha estado marcada por la pandemia y en un escenario sobrevenido de tensión política que se puso en evidencia con los abucheos al Gobierno de la nación en un acto restringido. Una efeméride de este calibre debería reafirmar, en condiciones de normalidad, los principios que nos rigen, sociales y políticos. No obstante, el hecho de que año tras año, y van muchos, no asistan los presidentes del País Vasco y Cataluña señala la anormalidad de una situación que exige altura de miras y sentido común, sin el cual no es posible el sentido de Estado. Altura de miras para corregir cuanto antes las profundas discrepancias que lastran el objetivo principal: acabar cuanto antes con el coronavirus. Sin la salud no puede haber recuperación económica y esta, más allá de las crisis inducida por la pandemia, no puede concretarse sin la convergencia de los territorios menos desarrollados. La otra salud, la democrática, es igualmente perentoria para devolver a las instituciones la solidez y el prestigio perdido ante la ciudadanía, que asiste a una vorágine política en la que se las trastea sin miramientos abriendo las heridas por las que se desangran. No hay Estado fuerte sin instituciones fuertes, respetadas y en disposición precisa de sus competencias, sin invasiones espúreas. Pero tampoco lo hay sin equilibrio territorial y desarrollo en armonía e igualdad de condiciones. El reto es mayúsculo y no admite más demoras. Salud pública, desarrollo económico, fortaleza política e institucional. Ahí están las claves para un futuro cuyo presente se debate entre más incertidumbres que certezas. Sin estas no se puede avanzar y la primera debería ser que la política rema por el interés común.

    Editorial