Verdad legal y lingüística

    24 mar 2023 / 13:20 H.
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    Verdad legal y lingüística

    El pasado enero, tuve que desplazarme, desde Cataluña, a los Juzgados de Ponferrada (León) para hacer frente a una demanda judicial por un presunto delito contra el honor, la intimidad y la imagen. La demanda había sido presentada por el alcalde pedáneo de Almagarinos, José Muiña Arias. En la precitada demanda, se pedía mi cabeza (nunca mejor dicho) por el contenido objetivo, verificable, científico y razonado de la columna periodística titulada “Por la boca muere el pez”. Además de mi cabeza, se pedía, por otro lado, una indemnización crematística de 2.500 euros por los daños morales causados. ¡Qué barato cotizan el honor, la intimidad y la imagen de José Muiña Arias! Y, finalmente, se solicitaba también que la sentencia fuera publicada en los medios donde se difundió la precitada columna. La sentencia ha desestimado la demanda de José Muiña Arias y me ha eximido de toda culpa. Sin embargo, para satisfacer su capricho de difundirla “urbi et orbi” y sin estar obligado a ello, me permito, en aras de la transparencia, aplicar el ritornelo final de muchos de los monólogos de José Mota: “Ahora, ¡vas y lo cascas!”. Como hubiera dicho Ernesto Sáenz de Buruaga, esta es la cronología de los hechos y estas son las conclusiones. Hacia mediados de agosto de 2021, el alcalde pedáneo de Almagarinos, José Muiña Arias, colgó un bando en la pérgola de la plaza del Parlamento, sita enfrente del Bar Golçalves, el único bar del pueblo. El que suscribe, Manuel Cabezas —filólogo, especialista en lingüística y en lingüística aplicada, doctor en didactotología de las lenguas y de las culturas... por La Sorbona (París); y con una dilatada actividad docente de estas materias en la Universidad Autónoma de Barcelona— analizó el bando: tanto “lo dicho” (semántica) como “el cómo se había dicho” (forma). Para ello, localizó y corrigió las numerosas y variadas faltas (léxico, ortografía, morfosintaxis, signos de puntuación, estructuración, coherencia), dejando negro sobre blanco el análisis y la evaluación científica del bando en la susodicha columna periodística “Por la boca muere el pez”. Es decir, estableció la verdad factual y lingüística. A mediados de junio de 2022, el que suscribe recogió en los Juzgados de Cerdanyola del Vallès (Barcelona) la demanda judicial por un presunto delito contra el honor, la intimidad y la imagen del alcalde pedáneo de Almagarinos, José Muiña Arias, presuntamente cometido por mí con la precitada columna. En la mañana del 17 de enero de 2023, tuvo lugar la vista del juicio en los Juzgados de Ponferrada (León). Durante la misma, el letrado de José Muiña Arias me preguntó reiteradamente por qué había escrito, en la precitada columna, que el bando “da la medida no sólo de la deficiente competencia lingüística, cultural e intelectual sino también de la falta de convicciones democráticas del anónimo redactor”. En esta cita veía él el arma del delito contra el honor, la intimidad y la imagen. Ante su insistencia, le respondí con dos silogismos, ese razonamiento deductivo del filósofo griego Aristóteles e ilustrado, en los manuales de filosofía. El pasado 14 de febrero de 2023, el juez desestimó la demanda de José Muiña Arias y eximió de toda culpa al que suscribe, acusado arbitrariamente y sin fundamento de haber cometido un delito contra el honor, la intimidad y la imagen del alcalde pedáneo de Almagarinos. Para su Señoría, ha quedado claro y demostrado que el acusado, con su columna periodística, se comportó, por un lado, como el niño del cuento de Hans Christian Andersen, que verbalizó lo que todo el mundo veía: “¡El rey va desnudo!”. Ahora bien, José Muiña Arias y su letrado vieron, como el loco de Don Quijote, “gigantes” (injurias, vejación, burla, desprecio, escarnio, ataque al honor, a la intimidad y a la imagen) donde sólo había “molinos” (la verdad factual y lingüística): análisis, corrección y evaluación científicos del bando, que no tenía ni pies ni cabeza. En la columna, que provocó la demanda judicial, el objeto no era el alcalde pedáneo, cuyo nombre nunca fue citado, y ni siquiera el propio bando. Éste fue una simple anécdota, que me sirvió de coartada o pretexto para pasar a la categoría y plantear un problema general y mucho más grave: las enormes y frecuentes lagunas en la competencia lingüística de demasiados profesionales (periodistas, profesores, abogados, jueces, políticos, etcétera) que tienen el lenguaje como instrumento fundamental de trabajo. Plantear esto y haber corregido el precitado bando, como lo hubieran hecho los citados Lázaro Carreter y Álex Grijelmo (mastines de las letras castellanas), no es ningún delito sino hacer algo positivo y loable para mejorar la comunicación y, en consecuencia, el funcionamiento de la sociedad. El darse por aludido personalmente, sin ser nunca nombrado, es no saber leer, es ser corto de entendederas, es no querer ver ni oír la “verdad factual, lingüística y legal”. Y, según la sabiduría popular, ya sabemos que la ignorancia es muy atrevida y que no hay peor sordo que aquel que no quiere oír, ni peor ciego que aquel que no quiere ver. Por eso, podría decirse que José Muiña Arias fue por lana y volvió trasquilado. Y, como dijo alguien de otro personaje, el alcalde pedáneo de Almagarinos no dejará huella sino mancha.

    MANUEL CABEZAS

    Economía y salud

    Profesores, investigadores o terapeutas, los sexólogos estamos expuestos y la tentación racionalista e idealista de creer que el progreso de nuestra ciencia pro­vendrá solo o al menos principalmente de un mayor esfuerzo teórico, de apretarnos las meninges. La teoría y la práctica están con todo insolublemente vinculadas, y como no pudo progresar el conocimiento de las culturas negras mientras subsistió el colonialismo y la esclavitud, tampoco comprender mejor, por ejemplo, la sexualidad femenina, significativamente denominada por Freud “continente negro”, hasta que no se dieron unas condiciones objetivas importantes para la crítica práctica del sistema patriarcal. De ahí que hasta el sexólogo más “puro”, más entregado a los trabajos de investigación y al avance teórico de esta rama de la sexología, deba, en función del mismo progreso de esta ciencia, interesarse por el conjunto de condiciones que favorecen en desarrollo práctico de la vida sexual, sabiendo que no puede darse un desnivel demasiado grande entre la teoría y la práctica y que, por ejemplo, un país en larga crisis militar o económica no favorece el desarrollo de una sexología científica.

    MARTÍN SAGRERA

    “Madrid nos roba”

    Lo ocurrido ha sido una nueva copia en lo antideportivo al “Madrid nos roba” político. A esos extremos llegan los ultranacionalistas, corrompiendo tanto el fútbol para defender otras trampas, al no poder aún emplear ahí la fuerza bruta, que ya usan contra los catalanes.

    EMILIA NOVAS

    Cartas de los Lectores