Peores que los parlamentarios

    06 feb 2022 / 16:45 H.
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    Desde siempre en el catecismo y en las catequesis hemos oído que los enemigos del hombre y de la mujer son tres: mundo, demonio y carne. Y yo quisiera ahora brevemente —dado que hoy quizás se hable menos de esto— explicar un poco las características de cada uno de estos tres enemigos. Lo he oído de una manera muy gráfica del obispo de San Sebastián monseñor José Ignacio Munilla, en una de sus tantas conferencias que va dando —con gran criterio y de una forma muy expresiva— en toda España. El señor Obispo, por ejemplo al hablar del mundo explica, haciendo referencia también con estos mensajes a las tentaciones de Jesús en el desierto durante 40 días, que es lo que se celebra en la Cuaresma; pues bien respecto al mundo, repito, explica que los pecados que nos vienen son principalmente: de vanagloria, de soberbia, de poder. Que los pecados de la carne son pecados relacionados: con la lujuria, con la sensualidad, con el placer. Y que en tercer lugar los pecados del demonio, y en ellos me quiero detener, son los relacionados con: la desesperanza, el desaliento, el desánimo, el decaimiento, la tristeza, la inquietud, la pérdida de paz, el desasosiego; todos ellos pecados relacionados más o menos directamente con la falta de esperanza. ¡Todo está mal! ¡Todo es malo! ¡Nada vale la pena! ¡Para que seguir luchando!; yo me meto en mi agujero y no quiero saber nada, nada; pues nada me atrae y nada me distrae. Está desilusión y desánimo por supuesto acaba casi siempre en depresión, e incluso —a veces— en pensar en el suicidio. Es por ello por lo que no podemos deleitarnos en estas ideas que nos hacen perder el sentido de la vida. Sin embargo hoy es más frecuente que se den estas situaciones, dada la falta de creencia en Dios; otras veces puede ser por enfermedad; o por que llevemos una vida un tanto difícil; pero en otras ocasiones es el mismo diablo que actúa directamente sobre nosotros, creando un ambiente de tremenda inestabilidad emocional, creando en nuestro interior falta de ilusiones que nos hacen llegar a la negatividad más absoluta. Ante esta situación todo es negro y es muy difícil por lo tanto remontar para alcanzar un mínimo deseo de vivir. La alegría entonces no llega a nosotros; y todo parece muy costoso, con lo cual no vale la pena nada. Todo nos cansa, todo nos fatiga, y no encontramos la salida para un mínimo de paz que necesitamos. En estas situaciones es conveniente: dejarnos ayudar, dejarnos guiar, ir al médico o al psiquiatra; sin considerar ya esto en sí mismo como un delito, o considerar que somos unos personajes raros y sin solución. Si buscamos la salida la encontraremos; y siempre es mejor si acudimos a Dios, que por ser nuestro creador, es el que mejor nos puede ayudar a encontrar el camino de salida. En otro orden de cosas: distraernos, bajar nuestro nivel de exigencia, disminuir las horas de trabajo, para que ese desasosiego y ese desaliento continúo desaparezca y las aguas vuelvan a su cauce. ¡Las aguas volverán! ¡Y de nuevo el cielo será azul! ¡Y las estrellas brillarán!

    En Lorca, municipio con elevado número de macrogranjas, una manifestación legítima fue precedida de una gran campaña de desinformación que terminó en un irracional asalto al pleno municipal donde se debatía una moción sobre la idoneidad de situar nuevas explotaciones, al menos, a 1,5 kilómetros de las viviendas. Aquellos que pretenden imponer sus ideas con embustes y por la fuerza, irrumpieron con amenazas y violentamente —recuerda el asalto al Capitolio— en la sede de la soberanía popular obligando a suspender el pleno. La derecha alimenta cada día la mentira y el bulo con un relato cada vez más encendido que desinforma y crispa hasta provocar el estallido, que podía haber sido mucho más grave. Lo imprudente de insuflar infames soflamas como “España vive las horas más oscuras” que Casado sostiene, no solo no cortan estas actitudes, sino que minan desde las instituciones la propia democracia hasta ponerla al borde del abismo. El que crispa debe asumir las consecuencias de su discurso.

    Por la mañana del 3 de febrero una manifestación estatal ante el Parlamento reclamaba recobrar, como había prometido el Gobierno PSOE-UP, los derechos perdidos por los trabajadores con la Reforma Laboral del PP. Porque la ley que se votaba era casi como la “muy agresiva” anterior. Incluso así, con la traición de los dos diputados del PNV, se dio primero por perdido ese mínimo avance, que sólo ganó, ironías de la vida, por el error telemático de un diputado del PP. Hoy, tras ese bochornoso espectáculo, me animó ver anunciada una manifestación pidiendo que todos los parlamentarios dimitieran. Pero, al investigarla, resultó que dicha protesta, programada desde hace una semana, era nada menos que de los antivacunas. No mejoraremos mientras no consigamos educar a todos para que sepan elegir mejor a quienes confían la defensa de sus derechos que a quienes deberían entrenar a su equipo de fútbol. No es tarea fácil educar bien, porque los corruptos intentan hundir la instrucción pública, fomentando la privada, sólo para sus cómplices.

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