Una sociedad
de vivos difuntos

    27 sep 2020 / 11:26 H.
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    La vuelta al colegio se ha producido cuando España se ha convertido en el país de Europa más castigado por la segunda ola de la covid y cuando los responsables políticos han vuelto a improvisar en una cuestión esencial. La normativa y los criterios son genéricos y se ha echado todo el peso de asuntos muy delicados encima de los padres y de los profesores. De momento, los padres con un hijo en cuarentena no pueden acogerse a una baja. No hay más fórmula que un nuevo ejercicio de responsabilidad social, eso sí, apoyado por los poderes públicos. Y eso significa test masivos y repetidos para los profesores, más contrataciones de docentes: se calcula que hacen falta más de 40.000. La covid
    nos exige gastar, nos exige endeudarnos, pero es difícil pensar en una deuda más útil que la que genera la educación.

    No tiene mucha suerte el Gobierno con sus mensajes. “Salimos más fuertes” fue sin duda una ocurrencia de finales de junio, que pronosticaba un verano feliz tras la pandemia. Todo lo más la nueva ola de la pandemia se preveía para el otoño; y va y resulta que ha sido el peor verano en mucho tiempo para todos y todas: ha caído el turismo, el empleo, se han cerrado multitud de empresas. Además, acabamos de salir del verano y nos preguntamos ¿quién piensa que lo haremos más fuertes? Y es que la “nueva normalidad” ha resultado completamente anormal.

    Recibí una carta en 2016 por medio de un amigo, hoy más aún lo considero importante por la labor que realiza todo el profesorado, están en la mayoría de los casos abandonados a su suerte, no solo con su labor deontológica para con sus alumnos, sino que las distintas administraciones de la comunidades autonómicas (listas ellas), les han casi obligado a tener un comportamiento hipocrático con el alumnado estando en primera línea de contagio por la covid-19, se les debería de considerar personas de riesgo, no por sus problemas, sino por su labor en contacto directo con el alumnado sin los epis u otras medidas en hospitales y centros de Atención Primaria. Empezó el goteo de aulas cerradas desde el inicio del curso escolar y este se convertirá en un contagio generalizado, cerrarán más aulas y posibles colegios e institutos. Exijamos la enseñanza telemática y que la administración suministre los medios necesarios.

    La pandemia que nos azota está poniendo de manifiesto cualidades humanas que conocíamos, pero que antes no se habían presentado con esta nitidez. Y me refiero, como no, a las desventuras del alevoso presidente del Gobierno que sufrimos. No hay mente medianamente despierta que ignore las aberrantes actuaciones del señor Sánchez, unas por su incompetencia y otras por su perfidia. “No hay mayor cinismo que el de aquellos que reclaman para sí lo que nunca han dado”, decía González Moore. Cuando en la primera ola de la pandemia un grupo de ciudadanos —que no abanderaba ningún partido político— protestaba por la pésima gestión que de la misma estaba haciendo el Gobierno, el responsable de Seguridad, Grande-Marlaska, las obstaculizó todo lo que pudo, y eso que se trataba de la peor gestión que se había hecho en todo el mundo y con mentiras sucesivas de la evolución. Ahora que el Gobierno se ha lavado las manos en el asunto del coronavirus (¿quién, si no el gobierno, es el que debe responder?) y al tiempo que “finge” colaboración con la Comunidad de Madrid, promueve masivas manifestaciones contra la presidenta de la misma, sin importarle un pepino el grave peligro de contagio, como ya ocurrió en el 8-M. Decía Ángel Expósito, refiriéndose a Pablo Iglesias: “No se puede ser más indigno...” y seguidamente rectifica: “Bueno sí, sí se puede ser más indigno, el que le nombró vicepresidente del Gobierno, por ejemplo”. Sí, el vil individuo de la coleta que desprecia España y su Monarquía, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, a los españoles, en especial a los que hayan conseguido un aceptable estado de bienestar, a los periodistas que no le doren la píldora, a los empresarios que creen empleo... ¿Por qué tenemos que resignarnos a semejante humillación de unos mentirosos inútiles? “El cinismo es la expresión de la brutalidad en estado puro”, Javier Marías.

    Eso es en lo que se ha convertido esta sociedad, miles y miles de personas deambulando por las calles que son difuntos, no tienen vida, no tienen espíritu, es una masa informe de cadáveres ¿Cuál es la causa? En 84 años de vida se atesora mucha experiencia y se han vivido situaciones diversas, por lo cual puedes apreciar lo que es importante y vital para la persona humana. Según esa experiencia, llegas a una conclusión, si Dios ha hecho al humano espiritual, si no lo utiliza se convierte en un cadáver viviente.

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