Quién es
mi héroe

    09 jul 2022 / 16:17 H.
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    Con esta pancarta recibieron algunos a la heredera al trono de España. La Princesa Leonor visitó Figueres, provincia de Girona, capital del precioso Alto Ampurdan, con motivo de la entrega de los premios Princesa de Gerona. Este título, de Princesa de Gerona, le viene de la Corona de Aragón en 1351 nada menos. Allí, se juntaron dos bandos: los que la apoyan y los que no. Unos exhiben unas banderas y otros, otras. Silbidos y abucheos no lograron borrar la limpia sonrisa de la joven Princesa; está preparada y forjada. Creo que la Familia Real debe pasear, visitar más todas las tierras de España. La alcaldesa de Figueres, en un ridículo, casposo y sectario tuit hizo patente su mala educación y cerrazón publicando: “Por una Figueras republicana. A mí no me representan”. No se ha enterado que el Ayuntamiento que ella representa, también es Estado. Recuérdese lo que dijo
    un famoso catalán, señor Borrell a un compañero de la alcaldesa: ¿Serrín y estiércol?

    el Señor, ya desde el principio, en su propia predicación nos habla de la peligrosidad de nuestra misión. Quizás pensábamos que el cristianismo estaba “diseñado” para que lo vivieran personas comodonas en un ambiente de comodidad y de confort. Y a veces las catequesis pueden ir dirigidas en ese sentido de que hay que ser amables, portarse bien, intentar hacer el trabajo lo mejor posible, ayudar un poquito a los demás, ser buenos padres o buenas madres o buenos hijos y ya esta; eso podríamos decir que forma parte del cristianismo, pero el cristianismo no se queda ahí, porque en ocasiones sucede lo que dice el señor: “Mirad que os mando como ovejas entre lobos”, en esta consigna del Señor se ve que Jesucristo puede llegar a pedir bastante más, y hay que darle una respuesta adecuada; Ante el peligro Jesucristo nos pide sagacidad, pero no una sagacidad cualquiera sino la sagacidad hábil y con destreza de la serpiente; necesitamos poder tener esa sagacidad para que este mundo corrompido, lleno de falsedades y de infinitas crueldades, no pueda con nosotros; pero a la vez que esto, tenemos que ser sencillos como palomas: tenemos que ser naturales, muy humanos, cercanos a los demás; y esto ya es bastante más complicado, el compaginar a la vez estas dos circunstancias tan diferentes. ¿Cómo puedo hacer esto si además tengo que hacer esto? Pues ahí, “en ese tajo” —podríamos decir— tenemos que estar los cristianos, tenemos que vivir lo uno y lo otro; pero para ello no hay más remedio que pedir al Señor sus dones, para poder entender: el don de sabiduría, el don de entendimiento, el don de fortaleza... Mirad lo que Jesucristo nos dice a continuación: “Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el espíritu de vuestro padre hablará por vosotros”, en estos casos no seremos nosotros los que actuaremos, sino el mismo Jesucristo a través nuestro. Es por ello por lo que tenemos que ser valientes, por lo que tenemos que entender que seremos sagaces y seremos a la vez: sencillos, humanos, cordiales, y personas que viven intensamente el amor. Y sigue diciendo el Evangelio, con una aplastante contundencia: “Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán...” Jesucristo habla con claridad, podemos decir utilizando nuestra propia terminología que Jesucristo: “No tiene pelos en la lengua”. No ha venido a decirnos —dándonos unas palmaditas en las espaldas— no os preocupéis todo va bien, “to er mundo es bueno”, utilizando ahora un término de la Andalucía castiza. Y ya para terminar, este pasaje del Evangelio nos dice: “Todos os odiarán por mi nombre y el que persevere hasta el final se salvará”. No querías —como en los San Fermines— un toro bravo, pues aquí lo tienes: “Todos os odiarán por mi nombre”, hay que tener bravura de valientes para enfrentarse sin más a esta realidad; realidad que por otra parte, ya en este tiempo —y en muchos lugares del mundo—, lo vivimos. Y ahora ya —como colofón— la gloria, el premio por el que vale la pena todo: “El que persevere hasta el final se salvará”.

    Para mí el héroe es el médico y las enfermeras que me salvaron la vida poniendo en riesgo las suyas en lo peor de la covid-19, en lo más duro de una pandemia que nos ha tenido más de dos años sin poder hacer nuestra vida; o quienes lo hacen en incendios, naufragios o guerras. No lo es quién por dinero y fama arriesga su propia vida o la maltrata con un martirio morboso e inhumano. Eso es lo que está haciendo ahora, para mostrar que es el mejor manejando de cierta manera una pelotita con una paleta, Rafael Nadal. Claro que muchos opinan lo contrario, teledirigidos por una masiva propaganda que incita a que rindamos culto a
    esos “héroes” y no nos preocupemos por nuestros verdaderos valores, derechos y opiniones,
    distrayéndonos con algún festival de Nadal o, como dice su mismo nombre, catalán, de Navidad; ahora, en su decadencia, de
    dolorosa, sangrienta y, dicen, gloriosa pasión.

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