Necesarios y caros
Jaén no es una ciudad excesivamente grande. Muchas personas dicen que en “na y menos” te colocas andando en el centro. Pero, los que vivimos en el barrio de Peñamefécit no estamos tan cerca de todo y, la comunicación vía autobuses es escasa. Hablaré más claro, estoy harta de la combinación de autobuses Peñamefécit-Universidad. Salimos de clase a las 20:30, si tienes clase en el B4, bueno, puedes llegar a tiempo si corres mucho. Pero como estés en otro edificio y la profesora acabe a las 20:36, lo siento pero no llegas. Te toca esperar hasta las 21:05 de la noche, haga frío, lluvia o calor, tu media horica de espera no te la quita nadie. Eso sí, verás llegar seis urbanos dirección centro: dos 9, un 4, dos 7 y un 12. ¡Y estoy harta! No tengo por qué salirme 10 minutos antes de clase, pensando en no perder el autobús para no esperar media hora. Y a todos los que penséis, bueno...pues coge un autobús del centro que te deje cerca. Sí, en la parada de “Gregorio” o en la parada de “Cristo Rey, en Ruiz Jiménez”. Me gustaría ver que os parecería a los del centro que lo más cerca que os dejase el autobús fuese en El Corte Inglés, seguro que entraríais en cólera. Creo que ya está bien, por favor un poco de coherencia. Hay muchísimos estudiantes de fuera de Jaén que tienen el piso en Peñamefécit, somos muchos los que bajamos a la UJA desde este barrio tan olvidado por todos. Por favor, mejorar nuestras líneas de autobuses, creo que merecemos el mismo trato que el “centro de oro de Jaén”. A quién le interese, que recoja el guante, y si no lo recoges Castillo, más claro no te puedo hablar.
Hubo —hay —muros de adobe, de cemento, de piedra. Pero existen también otro tipo de murallas creadas por la intolerancia, el odio, la insolidaridad, los nacionalismos exacerbados. La historia de la humanidad está llena de tentaciones para separar pueblos, culturas, sueños. En pleno siglo XXI, en un mundo llamado a la globalización, al respeto, a la igualdad, deberían sobrar los muros; cualquier tipo de muro. Los muros separan, dividen, crean problemas. Ayer, Donald Trump accederá a la presidencia de Estados Unidos; y en la reciente rueda de prensa ha vuelto a recordar que pretende levantar un muro, financiado por México, que separe parte de la frontera de ambos países. El señor Trump pretende seguir rememorando actuaciones del pasado enmarcadas en la superioridad de culturas; en la defensa a la ultranza de sus intereses económicos. Pretende seguir creando fronteras artificiales en la búsqueda de un proteccionismo absoluto. Fórmulas antiguas que tan negativas consecuencias tuvieron en la historia. Levantar muros no ayuda a construir un mundo más pacífico, más solidario, más igualitario, mejor.
Comentando la mirada compasiva de Jesús sobre los hombres, dijo Benedicto XVI, a los jóvenes reunidos en Bríndisi: “Animados por la esperanza en que fuisteis salvados, sed también vosotros signos e instrumentos de la compasión, de la misericordia de Cristo”. “Este es el proyecto de Dios: Difundir sobre la humanidad y sobre todo el cosmos, su amor generador de vida”. Estas palabras, nos invitan a hacernos cargo de un grave problema que salió a la luz hace tiempo, en un informe del Centro Reina Sofía, para el Estudio de la violencia. Más de 60.000 personas mayores, sufren malos tratos en España. Es un mal oculto que se da en el ámbito familiar (aunque no sólo en él), y raramente se denuncia. Especialmente frecuentes son los malos tratos psicológicos. Éste es un amplio campo, en el que los creyentes, estamos llamados a ser testigos de la mirada compasiva de Jesús, instrumentos de su misericordia liberadora, y portadores de su amor generador de vida: La vida de los abuelos. El día 26 de julio, celebramos “El día de los abuelos”, y recordamos su servicio, su entrega en los hogares, actualmente, cuando crecen las dificultades; su contribución para soportar esta crisis severa, siempre de manera gratuita y con alegría. Considero que no debe obviarse esta reflexión sobre los abusos de que son objeto, muchos de ellos, y que hemos de implicarnos en su causa, la de los más débiles e indefensos, con los que, ya sabemos, se identifica plenamente, Cristo.
Hace ya un tiempo que estudiar un máster en cualquier parte de España se convirtió en un artículo de lujo. Los precios de las universidades se han duplicado, e incluso triplicado, en los últimos años, llegando a situaciones en las que los precios de los grandes centros de referencia europeos ya no quedan tan lejanos. Son más caros, sí. Aunque en algunos casos no lo son tanto. Y la paradoja es que con la reforma educativa que realizó el Gobierno con el Ministerio de Educación —que abre la puerta a que se duplique su duración de uno a dos cursos—, serán aún más caros y más necesarios estos cursos de especializaón, dichos estudios superariores de cara a encontrar un trabajo. España es el séptimo país europeo con los precios más altos de los máster. Son necesarios para una mayor formación puesto que en un mundo más globalizado una menor formación es una mala noticia. CLAUDIA LÓPEZ/Jaén