Romper las vallas que nos impiden ser cristianos
A menudo los seres humanos nos encontramos saturados, bloqueados, confundidos, embotados... por tantas y tantas cosas que nos cortan el paso hacia Dios, hacia nuestros semejantes o simplemente hacia el amor.
Dios está aquí, allí y en todas partes, somos nosotros los que terminamos no estando en ningún sitio o terminamos estando de vuelta hacia nosotros mismos, que es el viaje que se puede hacer. Aprendamos de un simple albañil, a más gruesa y dura sea la pared que deban derribar, más fuerza deberán sacar ellos. Y, dependiendo del material de que esté hecha esta pared: yeso, cemento, piedra... dependerán las herramientas que han de utilizar los especialistas para derribarla.
También, nosotros tenemos que encontrar la manera de romper nuestra coraza hecha de tantas y tantas vanidades que nos apartan de aquellas cosas simples y sencillas, pero que son esenciales para una vida plena, hermosa y cristiana. Intentémoslo con fe o con esperanza, con el corazón o con la mente; con ilusión o con voluntad. Acudamos a Dios, hablemos con Él, pidámosle cosas. Hay algo que debemos saber, aunque nosotros no podamos avanzar hacia Dios, Él sí puede venir hacia nosotros, pero nos pide que hagamos algo para que parezca que nosotros nos lo hemos ganado. Nosotros tenemos la última palabra, pero tenemos por voluntad divina, por esto tenemos que acudir al cielo para que el cielo nos otorgue libre albedrío.