Malversar o defraudar

    24 nov 2022 / 17:12 H.
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    Malversar o defraudar

    Para defender la rebaja de la condena, sostiene Rufián que “no se pueda utilizar el Código Penal como un castigo ideológico”, en referencia a quienes pusieron urnas para un referéndum, y no se llevaron ni un euro al bolsillo. ¿Qué pasa entonces con personajes tan aviesos como Jorge Fernández Díaz, que tampoco se llevó dinero, pero presuntamente malversó para crear una “policía patriótica” y urdir pruebas falsas contra la oposición y pulverizar pruebas incriminatorias de la corrupción de su partido? Cuando el dinero público se destina a fines que no son los presupuestados, se rompe el principio de confianza en la gestión; y si se abre el melón de reducción de penas en la malversación, se abre la puerta a miles de corruptelas para robar a manos llenas; y eso sí que defrauda nuestra esperanza.

    MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS

    La artillería del Gobierno

    Es un hecho que todos conocemos, la autodefensa con un buen ataque y, en el caso del PSOE de Pedro Sánchez, una práctica muy habitual, aunque sea con mentiras. No es gobernar con acierto el interés de Pedro Sánchez, porque no sabe hacerlo, pero sí es un gran artista en autopromocionarse disparando toda su artillería contra los peligros que encuentre a su paso. Pero no es solo incapacidad para gobernar lo que tiene este señor, pues derrocha también una alta dosis de perversidad y carencia total de interés por nuestro reino. Pues el modelo de país que elegimos los españoles, no lo quiere él. Él quiere una España rota, con terroristas en la calle, con las mentes de los españoles dislocadas con sus ideas absurdas al estilo de Venezuela o de Corea del Norte. Para ello realiza esfuerzos en la educación para lograr que las nuevas generaciones, mediante la manipulación ideológica, salgan carentes de valores morales. Tiene ahora un objetivo que es conseguir el triunfo en las elecciones para Madrid, (objetivo que ya lo tuvo hace más de un año y fracasó en ello), pero ahora se está volcando con mucho empeño en lograrlo. Se trata de engañar (eso que se le da tan bien) a los madrileños, con sueños ilusorios. De momento está utilizando como recurso la calidad de la sanidad, (sin llegar a saber que la sanidad en Madrid es la que mejor funciona en toda España) y para ello utiliza toda su artillería: los sindicatos provocando manifestaciones, sus ministros en cualquier disertación, los medios de comunicación, en especial Televisión Española, llenando todos los informativos con estos hechos, las rueda de prensa de los Consejos de Ministros dedicada a difundir mentiras contra la oposición, las encuestas de Tezanos, etcétera. Mañana será la enseñanza, con manifestaciones y todo lo que pueda, más adelante será otra competencia de la Comunidad de Madrid, todo con una argucia sucia y repugnante hasta lo que no lleguemos a imaginar.

    PABLO DELGADO

    El partido de la gente

    El partido de la gente, según el eslogan del PSOE, es un embuste como una casa, y además vergonzoso. Yo lo llamaría también el partido del ridículo. Se dedica a criticar continuamente al Partido Popular que gobierna en Andalucía, a cuenta de los presupuestos generales de la comunidad, y nombran al presidente de la Junta, Juanma Moreno como el Aznar de Andalucía, y critican abusivamente que los presupuestos no favorecen a la clase obrera ni a las personas en régimen de pobreza. Yo les pregunto al partido de la gente. ¿Cómo ha sacado mayoría absoluta el presidente Juanma Moreno en Andalucía? O es que no lo ha votado también el partido de la gente, para poder tener mayoría abrumadora en el antiguo hospital de las cinco llagas. Cómo tendríamos que llamar a Juan Espadas, el Felipe González de Andalucía. Además, el señor Espadas desde que dejó la Alcaldía de Sevilla solo sabe hacer el ridículo, ya que no tiene recursos de votos para poderse defender adecuadamente en ningún sitio donde habla, solo hace el ridículo desde que saco los escaños que saco. El señor Espadas no sabe defenderse, y no se tenía que haber presentado a las elecciones andaluzas para quedar en ridículo.

    MANUEL ENRÍQUEZ

    Yo he sido caníbal

    Sí, confieso que durante más de 20 años todos los días me he alimentado, y con orgullo, de lo que, contra toda la evidencia de mis sentidos, me habían hecho creer que era la auténtica carne y sangre de un hombre que, para colmo, era nada menos que Dios. No es, pues de extrañar que hoy día comprenda que haya aún muchas personas que, contra toda evidencia de sus ojos y gusto, y la doctrina de esa misma ideología durante 18 de los 20 siglos de su historia, crean y llamen horrorizados asesina a la mujer que, por justas causas y sufriendo físicamente al hacerlo, aborte el desarrollo de un embrión, haciéndole su manipulada fe actual confundir un huevo con una gallina. ¡Hasta tal punto pueden cegar unos malos dirigentes a los discípulos de quien dijo que había que amar al prójimo, doctrina que ellos adulteran llegando a matar y morir en cruzadas, e incluso a asesinar a sangre fría, tras torturarlo, a quien no comulgue con todas sus cambiantes e incluso tan insensatas ideas!

    EMILIA NOVAS

    No hay nada que celebrar

    Una película con el título “Nada que celebrar” de David Navarro en 2013 sobre la vida de tres actores muy mediocres fue la sublime inspiración que todavía sirve a un grupo de pseudo izquierdistas para manifestarse cada 12 de octubre contra el conjunto del acontecimiento que ha cambiado la historia mundial hace medio milenio: el descubrimiento de América. Sin duda tienen como su Biblia el panfleto “Me cago en el quinto centenario”, cuyo título retrata a su autor. ¿Es posible que también en esto tantos izquierdistas españoles se encuentren a un niveltan bajo, dogmático y hasta ¡ escatológico? Y como demasiados no saben dialogar, sino que apelan, —en pura proyección freudiana o, si se prefiere, tabernaria—, a la descalificación personal, podrían (pero no lo harán esta vez) consultar libremente en internet alguno de los libros que allí escribí entonces y son apreciados por los americanos nativos por la defensa que se hace en ellos de sus legítimos intereses.

    FERMÍN ESPINOSA

    Cartas de los Lectores