Los miserables
Solo el amor es real, lo demás son fantasías, aunque por no sentirnos amados soleamos fantasear que es una manera de engañarnos a nosotros mismos. Todos sabemos que el ser humano no le gusta mentir, que no es embustero por naturaleza y que solo engaña cuando está empujado por algo y no le queda más remedio. Porque la mentira es la más desnaturalizada que existe. La mentira nos lleva a la muerte, es así desde el principio de los tiempos. Cuando decimos mentiras es porque no encontramos verdades para decir, de ahí que hayamos inventado el arte de fantasear, caso siempre alrededor del amor, es decir, primero desnaturalizamos el amor, lo adulteramos, lo echamos fuera de nosotros y cuando lo echamos de menos acudimos a las fantasías. ¡Menudo embrollo que hemos liado! Muchos tendremos que trabajar para desenmarañar la maraña, pero hay que seguir teniendo fe y esperanza con la seguridad de que algún día veremos las cosas más claras y las cosas se aclararan.
Los ingredientes que argumentan el paso por la vida son muchos y variados. Casi imposible enumerarlos porque cada uno aporta a esta vital receta su toque particular. De ahí que cada cual tenga su forma de ser, de pensar, de actuar y dedicarse a cosas tan distintas como insólitas a veces, a la par que válidas y necesarias. Pero si hay algún ingrediente básico que no debe faltar es el amor y el respeto mutuo. Compartir es otro ingrediente, diría yo que indispensable para una buena convivencia, y todo ello aderezado con una sonrisa porque ésta es contagiosa. Se hace difícil de ver a alguien al que le estás hablando con una sonrisa y que te escuche con un mal gesto. Lo propio es que cuando te hable te conteste con el mismo semblante. Luego están las metas que cada cual se propone. Metas que se transforman en sueños, quimeras, y que son las que nos hacen seguir adelante con alegría y entusiasmo. Sin ellas se hace imposible la vida. Por pequeños que sean estos sueños, o metas, todos los tenemos, y lo que para unos puede ser insignificante, para otros es todo un mundo. Existe un dicho, o creencia, que creo todos conocemos y es que de esta vida no debes marcharte sin tener un hijo, plantar un árbol, o escribir un libro pero corren buenos tiempos para la frustración y el trauma psicológico, y malos para cumplir tales fines, y peor aún llevarlos a buen puerto, porque algunos de los derechos fundamentales del ser humano han desaparecido por ley, o mejor dicho: por decreto ley como si restando derechos se saliera de la crisis. Y sí, es posible que los gobiernos vean una pequeña luz al final del túnel recortando derechos, pero es el propio ser humano el que se va degradando a medida que se emplea la tijera. Políticas a un lado, el ser humano tiene que reinventarse y seguir su propia política independiente siempre dentro del sistema legal. No todo es la moneda, aunque es parte muy importante. No digo que haya que volver a la prehistoria donde el dinero brillaba por su ausencia. Ya sé que es difícil, muy difícil, pero hay una cosa que se está perdiendo. Una cosa que no se puede ver, y que tiempo atrás iba en el ser como garantía de por vida, es la propia fe en uno mismo. Hay que creer en sí, auto estimarse, y darse tantas oportunidades como días tenga la vida. Nunca venirse abajo, porque abajo están los egoístas. Los que creen que con el poder que da un buen resultado en las urnas, tienen el derecho de decidir por ti. Existen palabras tan importantes como necesarias que llegue a nuestros oídos, esas palabras son: apoyo y comprensión y todo radica en poder hablar sabiendo, cosa muy importante, que hay alguien dispuesto a escucharte, y cuando no es así, siempre hay un remedio infalible el folio en blanco. Escribe, porque de esta forma, eres tú mismo quien te escuchas puede que llegues a darte cuenta que, en ocasiones, es uno mismo quien no se presta atención. No se ha de olvidar nunca la música, porque ella al igual que las olas del mar, te hará llevar con ritmo majestuoso el vaivén de tu banda sonora convertida en el motor que, junto al amor, hacen mover el mundo. No sé si mi mensaje sirve para algo, o para alguien. A mí particularmente me ha servido. Solo me resta montar en globo y con arreglo a esas tres cosas que reza el dicho:“Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro no es imposible. Lo difícil hoy es criar al hijo, regar el árbol y conseguir que alguien lea tu libro.”
Hace aproximadamente un año, Europa, y sobretodo los países del mediterráneo, estaban sumergidos en profundas crisis económicas que hacían peligrar su estado dentro de la Unión Europea. Al parecer la crisis ha pasado de ser el yugo del mediterráneo, a un simple recuerdo, un fantasma que ya nadie ve, esto es porque temas “mas preocupantes” han sustituido a la crisis económica en las grandes portadas de los diarios, como por ejemplo, la crisis de los refugiados. Aunque gran parte de los países de occidente disfrutemos ahora de los privilegios de vivir en una democracia, donde se suelen respetar los derechos humanos, el resto del mundo aún sigue estando sometido a dictaduras, o regímenes inhumanos. Solucionar estos problemas es un deber de toda la humanidad en su conjunto. Sin embargo hay algunos dirigentes políticos europeos que parecen estar aprovechándose de esta situación para limpiar su imagen, y de este modo ser tomados como verdaderos demócratas defensores de los derechos humanos. Hay que admitir que aunque esa fuese la idea principal, el resultado ha sido un autentico caos de personas buscando su vida de frontera en frontera, aferrados a la promesa vacía de que aquí se les brindará ayuda. Y es en este panorama antivitalista de hipocresía y desorganización, cuando realmente se puede ver la decadencia moral en la que ha caído Europa.