Savater, extremista vasco

    07 feb 2025 / 09:20 H.
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    cierto, con solo pensarlo, los efectos de la dana me queman el alma, me rompen el corazón. Me pregunto por qué murieron doscientos veintidós compatriotas valencianos y la respuesta, cruel y dura, es que la Generalitat Valenciana estaba y está gobernada por el Partido Popular (PP) mientras que el Gobierno de la Nación está y estaba gobernado por el Partido Socialista (PSOE). ¡Qué vergüenza! Podemos coincidir en que ambos gobiernos son culpables, pero ¿hubieran sido los efectos de esta dana tan terribles si el mismo partido hubiera gobernado en ambas instituciones?

    No podemos evitar la fuerza de la naturaleza, pero... Mazón, por empezar por él, mantuvo una actuación irresponsable quizá fruto de su ineptitud, pero con solo haber decretado el nivel de alarma tres todo se hubiera desarrollado de otro modo y esta catástrofe nacional, e insisto en el concepto de “nacional”, no se hubiera llevado por delante la vida de tantas personas. Ese tipo de actuación solo podría realizarla el Gobierno de la Nación. Incluso unilateralmente. Solo hay que apelar a la lógica para comprenderlo.

    Somos, o deberíamos ser, un país moderno y desarrollado con capacidad para intervenir en una gran catástrofe como esta, con todos sus efectivos: decenas de miles de militares y frente a ellos todos aquellos ministros y ministras con algo que decir en el tema: Defensa, Interior, etc. Si Pedro Sánchez hubiera tomado cartas en el asunto habría convocado un Consejo de ministros extraordinario y todo se hubiera encauzado más adecuada y correctamente. Vehículos, maquinaria pesada, efectivos... el ejército habría apoyado, dirigido y ordenado las acciones tendentes a evitar los efectos devastadores y, en la medida que les era posible, salvar vidas.

    ¿Por qué no se dieron las órdenes oportunas en el momento oportuno? De unos 120.000 efectivos militares solo se desplazaron —y no con la premura necesaria— ocho mil de ellos. ¿Cómo no se les ordenó rápidamente presentarse en los pueblos afectados? Parece que ya es inútil lamentarse ante la magnitud de lo sucedido. Pero sí que debemos insistir en que las ayudas deben ser efectivas, rápidas y consecuentes con la destrucción ocasionada. Prácticamente, dos meses después, solo se han recibido alrededor del 22 por ciento de lo ofrecido por la Generalitat Valenciana. Del Gobierno de la Nación apenas el 6 por ciento. Ni los unos ni los otros pueden colgarse medallas ya que la situación merece mucho más trabajo, esfuerzo y obviar los enfrentamientos meramente políticos que tanto han lastrado las soluciones que el pueblo necesita. Por utilizar una expresión popular, a los mandatarios, técnicos y personal asesor de las instituciones implicadas debería “caérseles la cara de vergüenza”. Y, claro, especialmente a los señores Mazón y Sánchez Pérez-Castejón. Menos mal que el ser humano es capaz de sobrepasar la indecencia de sus políticos y muchos voluntarios, miles, han luchado contra el barro, un enemigo feroz que ha conseguido destrozar vidas y enseres, viviendas, negocios, esperanzas y futuro.

    No puedo dejar de seguir pensando en la responsabilidad política aun a riesgo de ser reiterativo. Algunas voces señalan al Rey, pero ya sabemos que en una Monarquía Parlamentaria como la nuestra, Felipe VI no tiene atribuciones constitucionales para este tipo de actuaciones. De hecho, y hago un inciso, el Rey ha sido una de las figuras que más ha dado la cara ante los afectados. No así otros mandatarios como el Presidente del Gobierno. Y a él, precisamente, creo que corresponde la mayor parte de la responsabilidad. Mazón no estuvo a la altura requerida, La cohorte de ministros no osaron levantar la voz contra quien tenía en su mano la orden precisa que hubiera sido el punto de partida para una pronta y efectiva recuperación y salvamento. Y ese era, obviamente, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, presidente del Gobierno de España con su horrenda, inútil y despiadada gestión más influenciada por su posible rédito político —no olvidemos que Mazón, como antes mencionaba, es del PP— y el tinte ideológico con que siempre suele aderezar sus acciones. Urgencia a la adoración de la Divina Eucaristía, para lo cual es imprescindible supimir la comunión en la mano. Queda un resto que sigue adorando y acompañando a Cristo en el sagrario, que son los que se postran y arrodillan para recibirlo en la comunión.

    I nteligente, Savater se tomó la vida con filosofía y procuró con éxito educar con ella en sensatez a muchos más. Pero llegó el extremismo independentista y, contra su deseo muy explícito, tuvo que ser extremista, portaestandarte contra ETA, beneficiándonos a todos los españoles.

    Pasado ese desastre, escribió un día lo que entonces me dejó perplejo: que esperaba poder llegar a ser un conservador con dignidad. No lo ha conseguido, y hace pocos días ha firmado un manifiesto posfranquista y lanzado un grosero insulto a una conocida humorista por su crítica a una religión que nos amenaza con un sádico infierno en el que ya no creen, a dios gracias, ni los niños.

    El carácter extremo de su clima y de su tierra “montaraz” ha impulsado así otra vez a Savater a un extremismo que deseaba evitar. Somos responsables de nuestros actos, sí, pero, a veces, mucho menos de lo que nos atribuyen los demás e incluso nosotros mismos.

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