El rostro de
la Iglesia

    03 jun 2023 / 09:00 H.
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    O no es cínico hacer algo y reprochárselo a los demás cuando proceden igual? Feijóo, al que Ayuso le marca claramente la campaña, se ha debido olvidar de que el 12 de julio de 2020 convocó elecciones autonómicas en Galicia, en plena pandemia y con muchas dudas sanitarias sobre su conveniencia, o que Rajoy convocó unas generales el 20 de diciembre en vacaciones navideñas. Señor Feijóo: ¿No lleva el PP toda la legislatura demandando elecciones y, aplicando el trumpismo más exacerbado, tildando de ilegítimo y okupa a este Gobierno? ¿Y ahora se enoja? Reconózcalo, hubiese hecho lo que hubiese hecho, Sánchez sería fruto de su ira. Mejor debería ocuparse de Ayuso que marca su propio territorio y le lleva la contraria en asuntos trascendentales que radicalizan y escoran al PP hacia la ultraderecha, y a la que traicionó el subconsciente cuando le mostró su apoyo “pero tiene una única oportunidad de cambiar las cosas...”, —¡uy! qué he dicho— “tenemos todos una única...”. Recuerde a su predecesor y tiemble si no llega a ser elegido.

    Hace casi cinco años que Pedro Sánchez, por arte y buen hacer con la escoria política española, está en la Presidencia del Gobierno, es decir, en la Moncloa y hasta el momento, no ha hecho nada positivo para el pueblo, limitándose a la imposición de nefastas leyes ideológicas con las que pisotear la moral y buenas costumbres de los españoles —con la complicidad del “amañado” Tribunal Constitucional—, a la vez que otras fatídicas leyes, al dictado de esa escoria política, para favorecer a sus delincuentes anulando en ellas los delitos cometidos o rebajando las penas normales que merecen. Pero llegan las elecciones y se produce el milagro; con todo descaro el “charlatán de ferias” empieza a ofrecer y regalar, a los más ignaros, todo cuanto se le ocurre con el único objetivo de comprar su voto. No le preocupa el valor de los regalos, pues lo hace con nuestro dinero y el de nuestros hijos y nietos por el elevado
    déficit público que ha creado y sigue subiendo. De la chistera han salido, pisos a mogollón (no sabe ni él cuantos ha ofrecido ya); pagas extraordinarias para los que llegan a la edad de
    votar; descuentos astronómicos para viajes de los que tienen
    que votar y son modelables; ayudas económicas de todo tipo (claro, es con el dinero de todos); y no sé cuántas cosas más. Y todo ello mientras el pueblo sufre por la despenalización de los políticos delincuentes amigos suyos y Bruselas no para de
    llamarle la atención por ese abuso de rebajar o anular penas. Las mentiras encabezan su campaña electoral y los españoles nos podemos preparar si este
    elemento repitiera el cargo en
    la próxima legislatura; aprenderíamos bien hasta dónde llega
    su autocracia.

    Me alegro al enterarme por la prensa de la agonía y posible cercana muerte, al menos en España, de Vodafone, esa indeseada “compañía” que durante años me ha torturado, en mi vejez, con centenares de llamadas a mi hogar desde distintos números, muchos de los cuales conservo, para que me hiciera cliente suyo sin yo haberlo sido nunca. Y eso, a pesar de estar inscrito en la lista Robinson contra ese tipo de propaganda indeseada, e incluso tras reclamarle legalmente que me borrara de sus listas. Ni las multas millonarias que por ese motivo se le han impuesto han conseguido que dejara su acoso a la ciudadanía, que ahora, como vemos, está empezando por fin a darle su merecido.

    Es bien conocido el Libro de Job: Un día fueron los ángeles y se presentaron al Señor. Vino también satanás entre ellos. El Señor dijo a satanás: De dónde vienes. Él respondió: De dar vueltas por la tierra recorriéndola entera. No, satanás no se presenta solo, ni en el cielo ni en la tierra; trata de camuflarse, confundirse entre los ángeles y entre los hombres de bien. Lo contrario sería identificarse en exceso. Él lo hace mezclándose, enmarañando el mal entre el bien. Es una técnica muy suya: propiciar un maremágnum, ofuscar, entenebrecer el ambiente para que no se pueda apreciar con nitidez dónde está el rostro de Dios, el rostro de la Iglesia, y dónde está la maldad, la cizaña que él ha plantado. El enemigo campea así a sus anchas y puede causar estragos sin advertirse claramente de donde procede el mal. Y es lo que actualmente ocurre en su lucha contra la Iglesia: cree que mediante el presente zarandeo y el revuelo propiciado en el mundo haga desaparecer la Iglesia, pero la Iglesia es de Dios y no de los hombres. Los hombres pasan, pero las obras de Dios persisten, y el pequeño resto que permanezca fiel a Dios y a la Iglesia en medio de todas estas tribulaciones verá el triunfo de Dios, porque Dios no fracasa, siempre triunfa. Mientras que satanás, y los míseros hombres que le siguen, creen triunfar y siempre naufragarán, perdiéndose sin remedio. Es la historia.

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