Hoy, once de mes

11 dic 2015 / 18:50 H.

Inmaculada Concepción! y ¡Año de la Misericordia! Una feliz coincidencia entre uno de los cuatro dogmas marianos y el inicio, auspiciado por el Papa Francisco, del Año de la Misericordia., en recuerdo del 50 aniversario de la clausura de Concilio Vaticano II.

La Santa Capilla y Noble Cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra Señora ha finalizado, oficialmente, pues aún quedan algunos por celebrar, los actos con los que a lo largo de todo un año ha venido conmemorando el quinto centenario de su fundación por el venerable don Gutierre González Doncel. Durante los días 5, 6 y 7 se ha celebrado el tradicional triduo, para culminar el día 8 con la solemnidad del día en la Santa Iglesia Catedral en solemne eucaristía oficiada por el obispo de la Diócesis Ramón del Hoyo, al que acompañó el obispo emérito Antonio Ceballos y concelebrada por el vicario de la Cofradía Miguel Vallejo, el deán de la Catedral y vicario general de la Diócesis Francisco Juan Martínez y otros sacerdotes. Previamente, el mismo día 8, se trasladó en procesión la imagen de la Inmaculada desde la Iglesia de San Andrés hasta la Catedral, acompañada de numerosos fieles y, finalizada la eucaristía, se trasladó nuevamente a su Santa Capilla de San Andrés.

Y como es tradicional, ese mismo día, al finalizar la Eucaristía en la Iglesia de San Ildefonso, se cantó la Salve ante la imagen de la plaza, con ofrenda de flores incluida. Respecto a esta celebración y su difusión en España desde siglos antes de ser declarado el dogma, queremos apuntar que el día 20 de mayo de 1663 fue recibido el insigne Pedro Calderón de la Barca en la Congregación de Nuestro Padre San Pedro, debiendo prestar juramento de “defender la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Señora Nuestra, sin pecado original desde el primer instante de su Santa animación”. O los versos de un villancico de Luis de Góngora. “De un solo clavel ceñida/ la Virgen, Aurora bella, /al mundo se lo dio, y ella/quedó cual antes, florida”.

Año de la Misericordia. Cantaba David: “He aprendido dos cosas: que el poder pertenece a Dios y que estáis, ¡oh Señor! lleno de misericordia”. Dios, reservándose el poder, “ha entregado”, en cierta manera, las funciones de la misericordia a la Madre de Dios, a la Virgen Santísima. Ella, Madre de la Misericordia imita al Padre de las Misericordias; Ella, ejercita la misericordia, aún cuando no se la supliquemos, “etiam non rogata” (incluso no pedida). La invocamos con el título de Nuestra Señora de la Misericordia, pero otros títulos hacen referencia a éste: Consolación, Esperanza, Gracia, Paz, Luz, Perpetuo Socorro, Merced, y otros muchos nombres, todos igualmente propios para probarnos que los beneficios del alma y del cuerpo nos vienen de Dios por su intersección.

La Virgen de la Capilla, que descendió a Jaén en carne mortal para socorrer a nuestros mayores, es también, para los giennenses, Madre Mediadora, Madre de Misericordia. Pidamos hoy a sus plantas que nos siga protegiendo y que inunde las almas de los hombres de un espíritu generoso y de un corazón limpio para que perdure una paz sin hambre, sin odios, sin emigraciones masivas por miedo. Así lo esperamos de Ella.