El entrañable sprinter de Rajoy
Ahora, al presidente le ha dado por frecuentar el ambiente geriátrico, haciéndose valedor de un fraternal trato con las personas de la tercera edad, que temerosas de lo que va a suceder con sus pensiones si no gana el PP, le reciben con los abrazos abiertos, cual si fuese Santa-Claus o los Reyes Magos de Oriente. Esto, al candidato presidente, en funciones, le llena de satisfacción porque este colectivo, lejos de ser incisivo y malpensado como lo son la gente de mediana edad y jóvenes desengañados y machacados por la crisis que no ha solucionado el Partido Popular, se sienten arropados por sus palabras de esperanza de que España ya crece y sus pensiones también lo harán si le votan. A diferencia del debate al que no asistió en La Sexta y Antena 3, los “jóvenes” ancianos, en sus ya mermadas capacidades intelectuales, se creen su mensaje y lo van a considerar como el salvador de su futuro económico y social, diciéndose uno al otro, que todo lo que se dice del aislamiento de Rajoy con el plasma, no es cierto porque ahora les demuestra proximidad. Pero, visto esto de fuera, con la cabeza fría, los electores notamos su búsqueda cómoda del elector casi indefenso y con poca capacidad de contrarrestar sus aún demostrables argumentos, que la experiencia anterior los cataloga sólo de palabras en el aire. Otra cosa es ponerse a disposición de los “arriesgados debates” a los que prefiere no asistir, porque ahí están sus verdaderos opositores, que a menudo le pueden tumbar su programa al volverle a recordar su corrupción y lo que hasta hoy no ha sabido cumplir.