Hoy mismo me he dado un paseo por las afueras del lugar donde vivo para respirar aire puro del campo y justo al lado de un verde matorral silvestre, rodeado de piedras de diminuto tamaño, el sol lucía con gran severidad y sin acompañamiento del cuero propio para estas delicias del ser humano, vi tres billetes de diez euros doblados que algún caminante solitario, que quizás fuese a dar una vueltas por estos rincones, normalmente deshabitados, se le cayó de su bolsillo, tal vez, al echar mano del pañuelo. No hay que olvidar que por estas zonas, aunque siempre hay que llevar algo, no existen comercios para comprar nada.

12 dic 2015 / 11:44 H.