El Mar Muerto
Desde pequeña he escuchado que el Mar Muerto es una especie de lago situado entre Jordania e Israel, pero no sé muy bien por qué se le llama así. Nos llamaba la atención que se flota mucho más que en cualquier otro mar, por el alto contenido en sal. La cuestión es que nunca entendí el nombre, como digo, y ahora creo que ese rótulo debería cambiar al Mediterráneo, un mar en el que sí se entendería a la perfección, por la cantidad de personas que se dejan la vida en esas aguas intentando alcanzar la otra orilla, el futuro mejor con el que los refugiados y los inmigrantes sueñan y que miles de ellos no logran alcanzar jamás. Tan acostumbrados estamos al drama que ya ni le prestamos atención.
El pasado septiembre, el mundo entero se conmovió con el cadáver del pequeño Aylan en una playa de Turquía, la imagen de la vergüenza de los países llamados civilizados, pero que con el paso del tiempo nos ha inmunizado y ya no somos capaces de reaccionar. El impacto entonces fue brutal pero, lamentablemente, no ha servido de nada en absoluto, solo hay promesas de acogida pero los refugiados no terminan de llegar. Si en lugar de ser sirio y llamarse Aylan se llamara Antonio o Luis seguro que se habrían tomado medidas y urgentes.