Sin pensarlo mucho

    15 ago 2022 / 16:00 H.
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    Se ha hecho público el Motu proprio del Papa Francisco Ad charisma tuendum, con el que se modifican algunos artículos de la Constitución Apostólica Ut sit, para adaptarlos a la normativa fijada por la Curia romana. Y dice el Prelado “Ocariz”: Se trata de la decisión del Santo Padre de encuadrar la figura de las prelaturas personales —que antes estaban en el dicasterio de los Obispos— en el Dicasterio del Clero, cuestión que aceptamos filialmente. El Santo Padre nos alienta a todos los miembros de la Obra a fijar la atención en el don que Dios entregó a san Josemaría, para vivirlo con plenitud y nos anima, con todo su paternal cariño y su fuerza de pastor, a cuidar el carisma del Opus Dei para promover la acción evangelizadora y, de este modo, difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de las ocupaciones familiares y sociales. Y continua “Ocariz”: En cuanto a lo dispuesto en el “Motu proprio” sobre la figura del prelado, os he señalado otras veces que hemos de dar gracias a Dios por los frutos de comunión eclesial que han significado los episcopados del beato Álvaro y de don Javier. Al mismo tiempo ha insistido: “La ordenación episcopal del prelado no era ni es necesaria para la guía del Opus Dei”. Por lo tanto como conclusión podemos decir que la voluntad del Papa de subrayar ahora la dimensión carismática de la Obra es una llamada a reforzar en en nuestro ambiente de familia y en todo: el cariño y la confianza. “El prelado ha de ser guía, pero, ante todo, padre”. El Prelado, lleno de cordial cariño, nos ruega -también a sus hijos- que recemos por el trabajo que el Papa Francisco nos ha pedido que realicemos, para adecuar el derecho particular de la Prelatura a las indicaciones del Motu proprio Ad charisma tuendum, manteniéndonos —como él mismo nos dice— fieles al carisma. Por lo tanto en el Opus Dei no ha habido, ni habra: ni volcán, ni terremoto, ni tsunami, ni convulsión de ningún tipo. Sabemos que el Santo Padre, como Pastor Supremo, puede y debe —en ocasiones— tomar estas decisiones; y los miembros del Opus Dei las aceptamos —no podía ser de otra manera— con fraternal y generosa obediencia: a ejemplo de San Josemaría, sabiendo además con rotundidad plena, que siempre: “Dios sabe más”.

    Advierto que muchas personas conservadoras se lamentan del enorme destrozo que sufren la sanidad y educación públicas. Cuando les digo que tienen razón y que, precisamente por eso, no entiendo su persistente incoherencia de votar a la derecha, indignados me replican que es el Gobierno de izquierdas quien recorta en sanidad y educación evidenciando su pleno desconocimiento del funcionamiento del Estado autonómico. Es una jugada sublime: el PP, pura ideología privatizadora liberal, mediante trasvase del dinero público, daña la sanidad y educación de todos recortando y favoreciendo la concertada, mucho más cara y a las que, por el deterioro de servicios, acudirán en masa los desencantados que las puedan pagar. Saben que, mientras las compañías del negocio médico y educativo se forran, la mayoría de los que no pueden pagarse sanidad y educación privadas, culpará al Gobierno central y votará a la derecha. Es maquiavelismo aterrador en estado puro. Así nos va.

    Sin tener en cuenta cuáles son los sentimientos, los motivos intenciones o el conocimiento preciso de las personas, a menudo salgo de mí mismo y me entrego a los demás. A veces me pregunto si es real este mundo en el que yo vivo. A veces creo que no. Mientras Jesús invitaba a los hombres a ser pobres ante Dios, mi experiencia tantas veces parece no ratificarlo. Esto estaba pensando cuando la chica un tanto acobardada, como si no quisiera que nos oyese la gente cercana, me pide para un café. Es una conocida pedigüena. Por las noches duerme por el Retiro. Me para un momento. Jesús invitaba a los hombres a ser pobres ante Dios, pensé. Y aunque mi experiencia tantas veces parece no ratificarlo, esta vez no callé. —Ni entre los diez o los doce, no fueron capaces de darte ni para un café?— Me caía el alma a los pies. Pocos días después, me llaman a eso de las tres de la mañana. ¡Qué raro! Era ella y su compañero, pensé. Al menos esa noche venían en pareja. La monja dice que si queremos seguir viniendo al comedor tenemos que casarnos. Más aun, dice que así nos vamos a condenar. Yo conocí a gente—añade él— que se casó por la noche. ¿Nos casaría usted? Recuerdo que Jesús vino a acercar a los pobres a Dios.¿Cómo ser coherente con el mensaje de Jesús? ¿Cuántos años dormís por ahí tirados? ¿Pero puede haber aún otro mayor infierno para vosotros? Pienso que el hombre es demasiado grande para ser objeto de una misericordia humillante. Pero también veo que los insensibles carecen de capacidad para la emoción. ¡Que se vayan al diablo! Por la mañana los llevé a las monjas de la madre Teresa de Calcuta en La Latina. El amor tiene formas diferentes. Pasan los años. Ayer me los encuentro por Avilés, más felices y atendidos por Cruz Roja y unos Servicios Sociales en cierta comunidad española. Mucho es el mal que podemos hacer. Y, por otra parte, nunca tendremos el valor de saber todo el bien que pudimos haber hecho.

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