Robos y profanaciones
En la capilla del convento de Las Bernardas de Jaén, el viernes pasado, robaron la Custodia que contenía la hostia consagrada con el Santísimo Sacramento. Es una más de las profanaciones que están ocurriendo en los últimos años en las iglesias católicas de España. Solamente un desaprensivo puede realizar un acto de esta especie. Sorpresa ha supuesto para cualquier ciudadano, en especial, para los propios católicos, y muy en particular, para las monjitas de este popular convento. Indignación, por el dolor que este suceso ha provocado a estas religiosas, al descubrir que habían robado aquello que para ellas es lo más importante de su vida, y el motivo por el cual se encuentran allí, bajo las especies de pan, la presencia de Jesucristo, con su cuerpo, alma y divinidad.
Gracias a estas monjitas y a la generosidad de tantas personas se pudo adquirir la bella Custodia para que en ella estuviera de manera continuada y para la adoración de los fieles el Santísimo Sacramento del altar. Posteriormente, ha aparecido desvalijada la Custodia, sin las piedras preciosas, también faltaba lo más valioso e importante, la presencia del Santísimo Sacramento.
Este robo podría suponer, según el Código Penal, un delito de profanación y contra los sentimientos religiosos. A pesar del sufrimiento producido a las religiosas, me atrevo a afirmar que el ladrón — que finalmente se ha entregado— no se habrá visto condenado por ellas, más bien, todo lo contrario, habrá sido objeto de sus oraciones y plegarias. Son muchas las personas de la ciudad de Jaén que valoran y agradecen la vida diaria y ejemplar de las monjas de este convento y la ayuda espiritual y material que prestan a los necesitados, y el servicio que, sin distinciones, ofrecen a toda la sociedad.