La erosión de las clases medias
Tradicionalmente se considera que la clase media, el mayor núcleo de la población de un país, viene determinado por el porcentaje de habitantes que está encuadrado en rentas superiores a 35/40.000 euros anuales y que tributan a hacienda a un tipo medio a partir del 23% de sus rentas, hasta límites en torno al 38/40%, que sería considerada clase alta. De otro lado, las clases medias constituyen el mayor caladero recaudatorio del estado y son consideradas como fundamentales para la prosperidad y el desarrollo futuro del país ya que mantienen un potencial de demanda constante y creciente de bienes y servicios. Recientemente el Instituto Valenciano de Investigación Económica ha emitido un informe que indica que la Gran recesión y sus ocho años de crisis han expulsado de las clases medias a tres millones de personas. Así lo ratifican las estadísticas elaboradas al efecto ya que, este segmento, suponía en 2004 el 59% de la población situándose una década después en el 52%, mientras que los niveles de rentas más bajo, en este período, pasaban del 31% al 38,5%. Está claro que la causa fundamental de ésta evolución socio-económica ha sido determinada por un empobrecimiento general motivado por la congelación salarial, el enorme deterioro del mercado de trabajo , la disminución de las rentas del capital y las minusvalías de las propiedades inmobiliarias y de los activos financieros. Por otra parte, la apelación sostenida de los gobiernos a centrar la cosecha recaudatoria en éste nicho de población de quién dependen, en mayor medida, el mantenimiento de los servicios básicos del estado, por el mayor y más fácil control que ejercen de las rentas de este segmento, ha contribuido también a mermar su capacidad adquisitiva y lastrar, de alguna forma, la recuperación económica, y, por otra parte, reducir el sostenimiento de la inversión con su ahorro y de la iniciativa emprendedora. El momento crucial que atraviesa nuestro país abocado a unas nuevas elecciones, requiere que las formaciones políticas eludan en sus programas los “sablazos “ fiscales que serían necesarios para cubrir esas promesas populistas que solo pueden encontrar la partida compensatoria en el incremento de impuestos ya que no deben olvidar que más del 88% de la recaudación por el IRPF proceden del trabajo personal y, una alto porcentaje del mismo, es imputable a las clases medias. Aunque el deslizamiento de las clases medias afecta a casi todos los países más desarrollados, la principal misión en nuestro país debe ser establecer cauces que permitan recuperar las posiciones anteriores de este segmento y, a tal fin, medidas tales como potenciar el sector privado, reducir impuestos, controlar el gasto público no dedicado a servicios básicos de la comunidad y apoyar la iniciativa de emprendimiento y vocación empresarial, resultan imprescindibles.