Esperpento

25 ago 2016 / 17:25 H.

En la primera acepción de la palabra es el término utilizado para los hechos grotescos o desatinados o, como escribiera Valle-Inclán, para referirse a la deformación grotesca de la realidad.

El poder en la sombra y los intereses ocultos de los que rigen los destinos del mundo nos roban la libertad y la capacidad de discernimiento sin que seamos conscientes de ello. Dejamos a un lado los valores innatos a nuestra condición humana, esos que nos elevan sobre las demás criaturas y, bajo el paraguas de los derechos y libertades mal entendidos, vamos embruteciendo en actitudes y comportamientos hasta llegar al esperpento. Nuestra deformada realidad nos muestra a los que invocan a Dios para justificar el asesinato de los que profesan otras creencias, o para implantar el terror por cuestiones culturales, políticas o ideológicas. Los que dicen amar a los animales, haciendo uso de la libertad de expresión, se alegran de la muerte de un joven torero, humillan y amenazan a sus familiares y amigos e incitan al odio contra todos los que tienen la misma profesión que el fallecido.

A los causantes de la crisis económica, que tantos sufrimientos nos causa, los aclamamos como antaño se hacía a los héroes por sus proezas y hazañas en beneficio de la comunidad, y así el F.C. Barcelona llena el Nou Camp de aficionados para homenajear y apoyar a su héroe Messi por defraudar al fisco 4,1 millones de euros, tan necesarios para socorrer a cuantos han perdido el empleo o se han quedado sin vivienda. Nos dejamos esclavizar por las multinacionales de las comunicaciones hasta el punto de enfermar por adicción al móvil, la tablet y el WhatsApp, porque sin ellos ya no podemos vivir, y como remedio a este mal nos vamos a hoteles especializados para que encierren nuestros móviles en cajas fuertes fuera de nuestro alcance.

Frente a este esperpento de sociedad, recuerdo la vida humilde y sencilla de mi infancia, de pan y cebolla y poco más, pero llena de amor, respeto, solidaridad y todos aquellos valores que nos hacían sentir la paz y la felicidad que ahora nos dejamos robar.