¿Cuándo acabaremos con esta memoria histórica que tanto daño está haciendo?

14 abr 2016 / 18:34 H.

Si se levantaran de sus tumbas mis padres, abuelos y tíos, y vieran como aún estamos con esas desavenencias, disputas y odios después de tantos años, en una guerra que por un bando y otro, ellos mismos vivieron la incomprensión, el dolor y la rabia ¿qué nos dirían? Inmediatamente de haber acabado esa locura, nos transmitieron el sosiego, el perdón y el futuro para que no volviera a ocurrir jamás esa barbaridad que vivieron ellos, y muchos como ellos, en los años 1936-39 y después en la posguerra. Estoy verdaderamente harto de leer, oír y ver tantísimas estupideces sobre la memoria histórica, que tanto daño está haciendo a todos los españoles. He vivido, oído y recogido tremendos testimonios de familiares y amigos de los dos bandos y sin embargo, insisto, nos inculcaron a todas las familias de nuestro entorno y a cientos más, en toda España, el perdón hasta la saciedad y no el odio. Estoy lo suficientemente documentado para rebatir sobre este tema, con esas personas resentidas que no ven hacia el futuro, quieren aún permanecer en el pasado y abrir esas heridas, que supuestamente debían estar cicatrizadas hace muchos años. La solución a este tema, es dar más cultura e información, no manipulada (están en los archivos históricos y otros documentos afines al tema) a nuestros ciudadanos, estos por sí mismos, verán la realidad de aquella tragedia, que fue nuestra Guerra Civil. La estulticia en muchos de nuestros representantes parece que campa a sus anchas y no hay manera de pararla. Todos los días en el ámbito nacional hay noticias de quitar placas de calles, monumentos, recuerdos, etcétera, de un bando y se vuelve a erigir otros en memoria del otro bando. ¿Por qué no se dejan de pamplinas y se centran en pensar cómo crear puestos de trabajo, para que miles de familias puedan subsistir a diario, y miles de jóvenes no se marchen a otros países y se queden en el suyo para desarrollar sus conocimientos en su nación? Acabo con unas palabras que hace unos días me dijo un amigo y que me hicieron cavilar: “Cuando un pueblo o un buen hijo reniega de su pasado y de su procedencia, no sólo es un miserable y un mediocre, sino un traidor a lo que debe representar”. El envenenamiento, el odio, etcétera, que albergan aún algunos grupos, hace que nuestra sociedad no pueda pasar página y perdonar todas las acciones hechas en nuestra triste y fratricida guerra civil. Sin ánimo de ofensa, sino todo lo contrario, de orientación y asesoramiento, aconsejo la lectura de Carlo Cipolla (1922-2000) historiador económico italiano. En su libro “Allegro ma non troppo”, pueden encontrarse las leyes fundamentales de la estupidez.