Inocentes, desaprobación para todos
Aprovechando que el 28 de diciembre celebramos los Santos Inocentes hago una reflexión sobre la cantidad de errores que cometemos, que ignoramos de forma consciente y permanente todo el año. Decía un escritor ruso, León Tolstó: “Solo hay una manera de poner término al mal, y es el devolver bien por mal.” Ante tanta ofuscación y sucesos luctuosos me rebelo ante tanta hipocresía, paradigma de nuestra sociedad. Somos participes de tantos horrores en el mundo que no nos paramos a pensar las consecuencias de estas actuaciones. Somos colaboradores del ocultamiento de la justicia y de presentarla con una inhumana procacidad. Participamos en la no preocupación, de esos niños que cada día mueren de hambre, por las guerras o por las miserias de su entorno, sabiendo que hay bebida y alimentos para todos. Culpables por consentir esa vanidad, avaricia, falsedad e indolencia de esos hombres que tienen el poder y que son incapaces de rectificar y pedir perdón. Cooperadores de este mundo casi agónico que consiente guerras sin sentido por el dominio y la codicia de unos pocos. Inoculamos resentimientos y cohibimos la afección hasta extinguirla. Procuremos y pensemos que hay un momento para todo, para todo lo que realmente nos ha presentado la vida, aunque no se sabe nunca lo que nos espera. Pero si es cierto que ante esas propuestas, vicisitudes etc., que se exhiben, debemos abrir el corazón y siempre devolver bien por mal.