Un corredor humanitario

    08 ago 2019 / 09:56 H.

    Hoy en España tener un título universitario no garantiza encontrar trabajo. En 2018, el 27,7% de los titulados que finalizaron sus estudios en 2014 no tenía empleo. Es un desafío en una situación como la que estamos, en plena “revolución digital”. En los próximos años, muchos de los empleos en todas las escalas, que actualmente realizan las personas, serán automatizados. Se estima que el 60% de todas las ocupaciones tienen al menos un 30% de posibilidades de automatizarse. Por eso es necesario reflexionar sobre el futuro del trabajo y de la educación, comprender cuál es el futuro de las universidades. El año pasado compañías como Facebook, Amazon y Google buscaron a jóvenes que habían acabado el Bachillerato para darles ellas mismas la educación superior. Podemos estar haciendo robots en vez de hombres. Piensen en la gran necesidad que ahora tenemos de las humanidades.

    JESÚS DOMINGO MARTÍNEZ

    Algunos periodistas, haciéndose eco de ciertas consignas brindadas por los tres grandes partidos que hoy día constituyen la oposición mayoritaria a Pedro Sánchez (Ciudadanos, PP y Vox), tachan de fiasco, fracaso o desastre las fallidas negociaciones entre PSOE y Unidas Podemos para lograr la investidura presidencial y señalan a Sánchez como máximo responsable del desaguisado. Critican su incapacidad o intransigencia para llegar a acuerdos con el neocomunismo podemita y se alarman por el clima de incertidumbre que se vive en España al no conformarse un gobierno. Personalmente, me resulta muy difícil digerir este tipo de mensajes, pues considero todo un éxito para el país que el PSOE no haya formado gobierno con Unidas Podemos. Cualquier ciudadano medianamente responsable sabe que las políticas económicas y sociales que se impulsarían desde ese ejecutivo socialista-neocomunista (tutelado por el separatismo) serían calamitosas para España en general y para la clase media en particular; también la UE se vería afectada. Por esto no alcanzo a comprender que los tres partidos mencionados se escandalicen y regodeen por el fracaso de las negociaciones cuando, en realidad, lo que deberían es aplaudir ese fracaso y vitorear a su, teóricamente, ejecutor, Pedro Sánchez. Si desde el punto de vista estratégico ya han errado bastante al no poner un precio claro y rotundo a su abstención, para fundamentar en todo caso su voto en contra, desde el punto de vista de la política de comunicación estamos ante otro fallo imperdonable: uno no puede criticar —y a la vez alegrarse— de que no se forme un gobierno contrario a lo que uno considera los intereses generales de la nación. Esta ambigüedad no cuela en el electorado por muy solemnes que se pongan y los datos del último CIS, aunque hayan de tratarse con cautela, puede que apunten algo al respecto al dar un mayor incremento de voto al PSOE y un descenso a todos los demás. Así que, sea por una equivocada suficiencia, por inmadura ofuscación o por un fabuloso poder de autoengaño, Ciudadanos y PP parecen estar perdiendo terreno en la lucha por la credibilidad, a la vez que Pedro Sánchez y el PSOE pueden estar ganándolo. Y, en política, ganar credibilidad es tanto como ganar autoridad. Me refiero a la única autoridad que en las democracias liberales se acepta como tal: la moral. Hábil ha sido, en primer lugar, el movimiento realizado en plenas negociaciones para la formación de gobierno por el que ha situado a Pablo Iglesias fuera de ellas, asignándole un papel de actor secundario en la política española y más concretamente en el ámbito de la izquierda, reforzando al mismo tiempo la preeminencia del Partido Socialista como partido de amplio recorrido histórico y su propio liderato. Pero es que, además, al no haber cedido a la tentación de formar gobierno y aceptar con resignación la doble investidura fallida, ha desmontado la opinión ampliamente extendida —y difundida— por el centro derecha de que la única pretensión de Sánchez consiste en lograr la presidencia del gobierno a cualquier precio. Este ha sido otro nuevo golpe de autoridad moral, aún más fuerte, que ha de sumarse al anterior y que ha dejado a Rivera y Casado con pocos argumentos críticos, pues resulta que Pedro Sánchez ha escogido la misma opción que ellos aconsejaban por el bien de España: no pactar un gobierno con Unidas Podemos. Por otro lado, la Unión Europea también suspira aliviada al no ver encaramada al poder a esta fuerza política que, sin manifestarse abiertamente antieuropeísta, es tan crítica con la Unión que puede ser considerada como tal. Lo cual supone también un reforzamiento de la figura de Pedro Sánchez en el plano internacional. Visto de esta manera, quizá nunca un “fracaso” haya producido tantos réditos. El CIS, puede estar apuntándolo.

    uno de los acentos más significativos del pontificado del Papa Francisco es la atención al fenómeno migratorio, y en particular a las personas migrantes. Desde su primer viaje a Lampedusa, Francisco nos está invitando constantemente a no ser partícipes ni de la globalización de la indiferencia, ni de la cultura del descarte que de ella se desprende. No se trata solo de migrantes, como recoge el mensaje para la “Jornada Mundial”, que como cada año se celebrará en septiembre, sino de que al mostrar interés por ellos, nos interesamos también por nosotros, crecemos, y damos voz a esa parte de nosotros que quizás mantenemos escondida porque hoy, en según que ambientes, no está bien vista.