Yo soy la ministra
Soy, ni más ni menos, que la Ministra de Economía de mi casa. Lo digo en bastantes ocasiones por si a quienes me atienden en los comercios les parece que pregunto mucho. En cuanto entro se me activa el modo detectivesco. Desconfío para empezar de los precios en números muy grandes. No es la primera vez que ese precio corresponde a la mitad de cantidad de producto. Piensas que has comprado un kilo cuando en realidad es medio. Por supuesto que ese detalle está en letras y cifras bastantes más pequeñas. Por otra parte, cuento con que las personas miopes vemos de cerca perfectamente los datos más pequeños; es por lo que lo que miro siempre es el precio del kilo. Es increíble al precio que se pagan algunos productos por el simple hecho de estar envasados. Y después toca mirar la composición. Esa sí que es difícil de ver, pero hay que procurar que no nos den gato por liebre. Si las albóndigas son de pollo, no pueden llevar un tanto por ciento elevado de féculas y otros añadidos. Lo dicho, gasto lo que tenga que gastar, compro lo que tenga que comprar, pero antes hago un estudio de mercado. Además de interesante es muy divertido. Lo dicho, una Ministra de Economía no lo haría mejor que yo.