Yo soy de Europa

El proyecto de Europa unida me convence, me llena y no renunciaré a él en tanto fluya la sangre por mis venas. Lo tengo más claro que el agua. Los amigos del dictador y zarista Putin son los enemigos declarados de esa unidad, compartida y aceptada de esta Europa que ha sufrido tanto a través de los siglos. Demasiadas guerras entre europeos han dejado la huella imborrable e indeleble que nos hace pensar que no es bueno ir por separado en este puzle de pueblos liberados por las democracias, que no están sujetas y subyugadas por el imperio del más fuerte. Que mi nieta Alba haya estado un año en Polonia, gracias a una beca Erasmus, significa que Europa es un conjunto de veintisiete países libres y democráticos que se pueden visitar entre sí, con solo enseñar el carnet de identidad. Mi nieta ha podido conocer y tratar a personas que son europeas y no números fríos de estadísticas. Conocer ciudades europeas, sus monumentos, idiosincracias, es una lección de primera mano que Alba, mi nieta, no olvidará durante toda su vida. Creo en Europa, porque este mosaico de pueblos unidos por la razón, que no por la ignorancia e intransigencia, es posible que los pueblos se amen y no se odien como nos han enseñado las páginas de la Historia. Europa es como un imán que atrae, y como por sus obras la conocerán, sigo en mis trece y vuelvo al inicio del título: Yo soy de Europa.