Yo hablo español

    30 abr 2024 / 09:27 H.
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    Sí, yo hablo español igual que las otras 599.405.122 personas hispanohablantes que hay en el mundo, según los datos que aporta el Instituto Cervantes, lo que convierte a nuestro idioma en el segundo del mundo como lengua materna, tras el chino mandarín (1.138 millones). No obstante, es obvio que el inglés es el más hablado del planeta, con un total de 1.456 millones de personas que lo practican como primera, segunda o tercera lengua. Sí, el inglés es hoy el idioma de la ciencia, de los negocios, del turismo, en fin, de la comunicación universal. Hoy pocos se extrañan si en nuestra conversación intercalamos palabras como password (contraseña), selfie (autorretrato), fake (falso), black friday (viernes negro), play, pause, jeans, poster, game, frikis, tablet, likes, etcétera.

    Hoy utilizamos muy profusamente la jerga anglosajona olvidándonos de la riqueza, del valor y de la importancia del español, siendo esto así porque creemos que esta práctica nos da un tinte de modernidad, de vanguardia y de mayor nivel cultural. ¡Craso error! Tal y como nos recuerdan José Luis García Delgado y otros en su obra “El valor económico del español”, además de que nuestra lengua es la segunda más hablada del mundo por el número de personas que la tenemos como materna, el español es el segundo idioma de comunicación internacional en Internet, tanto por el número de usuarios como por páginas web. La capacidad de compra de los hispanohablantes representa el 9 por 100 del PIB mundial. Asimismo, el español genera el 16 por 100 del PIB y del empleo en España, aportando el “Factor ñ” (contenido en español) de las industrias culturales el 2,9 por 100 del PIB de la economía española. El español multiplica por 4 los intercambios comerciales entre los países hispanohablantes, siendo un gran instrumento de internacionalización empresarial, ya que compartir la lengua multiplica por 7 los flujos bilaterales de inversión directa exterior. Todavía un elemento más, tal como que el español es un factor determinante de la recepción en España de más de 135.000 estudiantes internacionales que vienen a nuestro país a estudiar presencialmente en el Sistema Universitario Español. En el Programa Erasmus de movilidad de estudiantes universitarios, España es el primer país de destino de los 32 que participan en este proyecto europeo.

    Sirva de muestra lo anterior para sentirnos orgullosos de compartir la lengua de Cervantes, aunque acompañemos a nuestro hijo a un casting para ver si lo seleccionan para un programa de TV, encarguemos un catering para celebrar con nuestros amigos la llegada de la primavera, hagamos spoiler sobre la serie de Netflix que vamos viendo por delante de los compañeros del trabajo, publiquemos un post en el blog de un afamado blogeer, empleemos a un community manager para que nos mueva en la Red la información de nuestra empresa, llamemos cool a las actividades que más nos molan, mostremos nuestra decepción por la intervención de alguna celebrity en un programa de la Sexta, o neguemos que nos hemos hecho un lifting a pesar de una tersura de rostro que no se corresponde con nuestra edad. Sí, somos así.

    Como no quiero ser corporativista, diré que una parte importante de la culpa la tenemos los economistas, ya que nos parece que en inglés todo suena mejor. En efecto, llamamos trading a lo que es una pura especulación de compra-venta, como denominamos commodities a las materia primas, cuando cae la bolsa vislumbramos un crash, pero si sube varias jornadas seguidas estamos inmersos en un rally, creamos una start-up, es decir, una nueva empresa que usa intensamente las TICs, para lo que recurriremos a inversores privados o, mejor, a los business angels. En fin, así está la cosa.

    Habrá quien critique que haya usado el término español, cuando lo “políticamente correcto” exigiría que hubiese utilizado la denominación de castellano para nuestro idioma, ya que convive con otras lenguas cooficiales, como el catalán, el valenciano, el euskera y el gallego, así como con el bable, el montañés y los dialectos andaluz y canario. Pues vale, ante tanto anglicismo, yo hablo español.

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