Ya despertó el verano

    24 jun 2020 / 16:51 H.
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    Hace unos días volvió a dormirse la primavera, casi sin darnos cuenta se marchó de puntillas. Antes de dar las doce nos dejó su perfume de claveles amables, de geranios brillantes, de frescas gitanillas. Se fue sin decir nada, sin que nosotros apenas disfrutáramos este año de su grata presencia. Se nos fueron los días como el viajero que no mira jamás las estaciones por donde el tren va pasando y no sabe muy bien en qué punto estará del recorrido. La bella primavera que en marzo nacía para nosotros, cautivos tras la reja de la tormenta gris, funesta y despreciable. La de abril sin sus notas de compases de marchas tras las que camina una hermandad con luces y con flores. Sin romerías, sin tallas, ni varales, sin campanas sonando a resucitado columpiándose en cualquier torre o espadaña. Sin ferias, sin esas otras actividades en las que otros años disfrutamos y que no ha sido posible, porque la pandemia ha impedido que podamos vivirlas. Se fue la primavera, se marcharon sus frescas noches estrelladas, sus tardes de anaranjados ocasos, sus aromas, sus sueños... Mas, nos llegó el verano con su calor que acaricia la brisa y nos deja tardes de sol, de cielos azul intenso, donde apenas hay nubes. Esos cielos de suave terciopelo, donde quieren brillar estrellas y luceros titilantes de mágicas miradas. Esas noches suaves y aromadas de perfumes que vuelan cuando la brisa tiembla entre las calles y las plazas. Donde sonríe la fuente que en sus chorros nos moja levemente y nos refresca del calor, como un beso suave, dulce y sereno, con su armónico susurro transparente de miles de gotas, que salpicando caen sobre el jardín que exorna su belleza y cala el pavimento en agradables sensaciones. Sí, ya ha llegado el verano y aún no sabemos si podremos vivirlo como siempre. Volver a esas claras arenas y a esos mares de verdes aguas donde el océano nos baña entre la espuma de las olas que besa las orillas. O visitar las esbeltas montañas donde sierras, montes, bosques y arboledas nos llevan a respirar el aire puro de aromas de pinares, de plantas aromáticas envolviendo los días y las noches. Ya despertó el verano, con su calor, su magia, sus cantos sonrientes.

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