Y tú, menos

Quién se lo iba a decir a nuestros altivos aceituneros, que sus humildes aceites iban a convertirse por obra y gracia de los opacos y sibilinos mecanismos del mercado en un artículo casi de lujo. Una joya esculpida a través de los siglos y que sin embargo no reporta el justo beneficio a sus orfebres, ni a las tierras que los amparan. Nos están dejando ver los medios de incomunicación que hay un descontento general en el mundo de la agricultura, pero como en todo, como siempre, y tristemente, se adivinan manos negras entre tan justa y digna reivindicación. Cuando desaparezcan los titulares diarios, se volverá a la casilla de salida. Quizás se cambiaran algunas fórmulas, algunos afeites, pero la resolución final no será muy distinta. No quisiera reconocerme como un pesimista tóxico, pero las evidencias abruman y el desencanto me puede. Europa calla, o se pone de perfil ante la matanza de palestinos, a la par que pide un incremento de los presupuestos en armas a todos sus miembros para defenderse de enemigos aleatorios, o para alimentar una industria armamentística que alimenta tan sólo a todos los hijos de la canalla que la pudren, y mientras tanto, tiene a todos sus campesinos cabreados. ¿Qué se puede esperar?