Vuelve la primavera

Si cada estación empezara con un verbo, en invierno sería abrigarse, esperar en otoño, disfrutar en verano y en la primavera sería volver a instantes brillantes. Vuelven las campanas de bodas y las comuniones. Vuelven las tardes y las esquinas a las calles. Vuelve el día de la madre y el reloj a adelantarse. Vuelve la sangre alterada y la manga corta. Vuelven a los bares sus anuncios de “hay caracoles”, las cerezas de pendientes y las limonadas pendientes del último limón que caiga del limonero. Vuelve el verde de Santander, el marrón de Almería y el amarillo de Castilla. Y vuelven a subir las cuestas de Jaén. Los calcetines se despiden de los zapatos y nacen de nuevo las ganas de andar descalzos. Las sombras de los árboles
juegan con nosotros mientras los pájaros se asoman. Vuelven los estornudos alérgicos, los músculos
de las plantas para presumir de flores, las puestas de sol, los acertijos de nubes, el viento jugando al escondite y los segundos para atrapar una mariquita. Vuelve el atrevimiento de los girasoles, las margaritas enamoradas y las mariposas curiosas. Y vuelan nuestros deseos en los dientes de león, a lo mejor para cumplirse.