Votar con los pies

    03 oct 2022 / 16:51 H.
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    No, no me refiero a aquella imagen deplorable en la que se veía hace alguna década a ciertos senadores votando con el pie en el tablero de su compañero de escaño. Ya verán más adelante el significado del titular elegido, puesto que la colaboración de hoy tiene que ver con la reforma fiscal. Cuando el pasado 19 de septiembre el presidente de la Junta de Andalucía anunció la intención de bonificar con el 100 por 100 el Impuesto sobre el Patrimonio, estalló una nueva tormenta otoñal con entusiastas defensores de la medida y de sus previsibles beneficios para la economía, por el efecto que podría tener para atraer hasta nuestra tierra nuevos residentes con abultados patrimonios que huirían de otras autonomías en las que el impuesto se mantuviera. Por su parte, los detractores aducían que esta rebaja fiscal solo beneficiará a los más ricos y que, además, supondrá una reducción de los ingresos con los que atender las necesidades de la mayoría de la población en temas sanitarios y educativos. En suma, lo de siempre, blanco o negro sin ningún tipo de grises. Como el objetivo de esta columna es “poner la economía al alcance de todos”, trataré de arrojar alguna luz sobre el tema y, después, que cada uno siga pensando lo que su ideología, y no siempre su interés, le dicte.

    Entre las diferentes fuentes de financiación de que disponen las comunidades autónomas ocupan un lugar muy destacado, por los fondos que generan, los impuestos cedidos por el Estado (Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, Transmisiones Patrimoniales e Impuestos Especiales, así como el 50 por 100 del IVA y otro tanto del IRPF). Si añadimos la Participación en los Ingresos del Estado, los Fondos de Compensación y de Suficiencia y los recursos propios, tenemos el abanico complejo y, sobre todo, obsoleto de financiación de nuestras comunidades autónomas (llevamos casi una década reclamando y esperando un nuevo sistema). No obstante, centrémonos en el Impuesto sobre el Patrimonio, que es el que está siendo objeto de polémica estos días. Este impuesto se crea dentro del paquete de medidas contempladas en los Pactos de la Moncloa de 1977. Con este tributo se grava el patrimonio neto de las personas físicas a 31 de diciembre de cada año. Es un impuesto estatal que está cedido a las comunidades autónomas en su totalidad, pudiendo asumir competencias normativas sobre el mínimo exento, tipo de gravamen y deducciones y bonificaciones de la cuota. Están obligados a declarar todas aquellas personas físicas que tengan un patrimonio neto superior a 700.000 euros, una vez deducido el valor de la vivienda habitual por un importe de hasta 300.000 euros. El tipo impositivo va desde el 0,2 hasta el 3,5 por 100 para los patrimonios de más de 10 millones de euros. En Andalucía se recaudaron en 2020 apenas 93 millones de euros. En definitiva, “el chocolate del loro”, ya que solo afecta a unos centenares de familias y supone un 0,23 por 100 del presupuesto de la Junta (40.188 millones de euros en 2021).

    En mi opinión hay argumentos poderosos para eliminar este impuesto (el presidente Zapatero lo suspendió en 2008, aunque lo reimplantó en 2011), ya que es un claro ejemplo de “doble imposición”, puesto que los bienes que grava ya abonaron el IVA o Transmisiones Patrimoniales en el momento de su adquisición y, además, en el caso de los inmuebles pagan el IBI en su municipio. Ítem más, su uso como elemento de competencia entre territorios para atraer a personas que quieren eludirlo, supone un claro dumping fiscal, generando distorsiones en el mercado por exclusivos motivos impositivos. Por lo que antecede, es pertinente traer a colación la teoría de Charles Tiebout sobre el concepto de “votar con los pies”, es decir, la posibilidad que tienen los ciudadanos de manifestar sus preferencias sobre ingresos y gastos públicos, desplazándose a aquel territorio en que las políticas públicas se aproximan más a sus preferencias (pagar menos). Ahora se nos anuncia por el gobierno de España la implantación del “Impuesto de Solidaridad” a las grandes fortunas. En una próxima colaboración habrá que reflexionar sobre el mismo.

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