Volver al pasado

    18 mar 2022 / 16:30 H.
    Ver comentarios

    En estos días tristes, en los que se está cayendo el cielo sobre Kiev, sólo puedo escribir para volver la mirada hacia el pasado. Como recuerda Theodor Kallifatides, cuando las personas dejen de preocuparse por el futuro también dejarán de preocuparse por el pasado; solo el pasado nos pertenece. Este autor griego, que reside en Suecia, relata en “Madres e hijos” uno de los viajes que hace a Grecia para visitar a su madre, y refiere, a través de la figura de su padre, fallecido, y el amor de su madre, la cadena familiar a la que pertenecemos, que da sentido a nuestra vida, y nos da tranquilidad, cuando encontramos nuestro lugar en esa cadena. Recuerdo mi casa familiar en la Calle Cañuelo de Jesús, el amor de mis padres y mis hermanos, todos siguen muy presentes, en una gran cadena humana para que los recuerden sus sobrinos y sus nietos. Mantengo los recuerdos, con los que convivo, como los evoca, de su familia y de Úbeda, Muñoz Molina en su espléndida y última novela “Volver a dónde”, de sus padres, de aquellos que vivieron con la convicción de que las cosas debían hacerse lo mejor posible aunque no fuera a sacarse ninguna recompensa. Su mirada retrospectiva, profunda, serena y sabia nos reconforta cada día.

    Vivo en el recuerdo, mientras en el presente me peleo también con la tecnología. La digitalización es eficaz en cualquier lugar, es obvio, y muy necesaria, no solo en las ciudades con grandes distancias urbanas, sino para el desarrollo de los pequeños pueblos y del turismo, y para viajar a cualquier lugar. Este cambio se ha producido en un espacio de tiempo relativamente corto, si tenemos en cuenta que todo ese contingente de personas en activo, hombres y mujeres de 25 a 65 años, en su niñez ya manejaban con soltura tablets, ordenadores y teléfonos móviles enseguida, durante al menos 20 o 25 años. Los mayores de hoy, en esas fechas, estaban trabajando, haciendo posible el progreso, y ahora han presentado cientos de miles de firmas solicitando atención presencial, gestiones y consultas sanitarias, sobre todo, para que se hagan compatibles ambos procedimientos. Este contingente de jubilados, paga, vota y según las estadísticas, es cada día más cuantioso.

    Queda lo tangible, lo presencial en la enseñanza, las prácticas de todo tipo, la visión directa del arte, de los tesoros de siglos anteriores en arqueología, pintura y escultura, como las excelentes obras que hemos podido ver reunidas en la exposición Misericordia crucifixa, de la catedral de Jaén, ya pasada, que visité dos veces hasta el 28 de febrero, y cuyas obras podemos seguir viendo junto a otras en La Merced, San Juan, Cristo Rey, La Magdalena, San Bartolomé, La Catedral, San Andrés, en Jaén, en Cambil y en la Capilla Dorada de la Catedral de Baeza, San Salvador o San Pablo de Baeza, o en Santa María de los Reales Alcáceres de Úbeda..., de los irrepetibles escultores atraídos al principio por la decoración del coro de la Catedral de la Asunción, y sus seguidores, algunos de Jaén o afincados aquí, como Jerónimo Quijano, Salvador de Cuéllar, Sebastián de Solís, José de Medina, hasta los más actuales, Antonio González Orea o el magnífico cristo de metal de Manuel López, todos en un sitio de esa otra cadena artística, que se podía seguir en la exposición.

    Vemos el arte y la literatura como adornos, cuando en realidad crean la vida, afirma Kallifatides. Los espectáculos, el teatro, el fútbol, los acontecimientos en templos o al aire libre; el periódico que se lee en titulares y se relee pausadamente con noticias y artículos de fondo y pasatiempos; los libros impresos que lees y vuelves sobre ellos; y a las referencias históricas a las que se alude con frecuencia en los medios y no recuerdas bien, más los conservas y las consultas. Vuelvo al pasado, al arte y a la literatura, para recuperar el interés sobre el futuro, con un cielo en calma, para todos.

    Articulistas