Viviría en la montaña

    20 mar 2023 / 09:15 H.
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    Si fuera una superheroína no viviría en Nueva York porque los niveles de estrés estarían por las nubes. Es una metrópoli imposible de gestionar, en la que impera la ley del más fuerte como en el “Lejano Oeste”. Me sentiría continuamente frustrada puesto que nunca acabaría con los malhechores, ni podría ayudar a todas las personas que lo necesitaran. El agotamiento mental me provocaría una conducta irritable que derivaría en una enfermedad grave. Como las abejas, que necesitan un campo de Flores para fabricar miel, el ser humano necesita de la naturaleza para eliminar el estrés. Hay estudios que demuestran que la exposición a los sonidos naturales induce a la relajación, de ahí las numerosas APPS que recogen sonidos de espacios naturales. Estos sonidos son muy útiles para personas que tienen dificultad para conciliar el sueño o para concentrarse. Resulta curioso que luchamos continuamente por mejorar nuestro bienestar y al mismo tiempo descuidamos los ecosistemas. Nos refugiamos en la tecnología a la que convertimos en una Diosa capaz de resolver todos nuestros problemas. Idealizamos la vida en la ciudad y nos olvidamos de un recurso que realmente puede mejorar nuestra calidad de vida. El contacto con la naturaleza es sin duda ese recurso mágico e insustituible.

    La población actual de España es de unos 47 millones de personas de las cuales unos 33 millones aproximadamente viven en ciudades. Llevar a tantas personas a los pocos lugares naturales que existen resulta imposible, pero no se plantea la posibilidad de cuidar, mejorar y dotar de infraestructuras pequeñas localidades ubicadas en plena naturaleza. Lo que se está estudiando es un cambio en la estructura de nuestras ciudades en las que instalar espacios verdes en los que buscar ese espacio de relajación. ¿No sería mucho mejor animar a las personas a vivir en entornos más naturales con núcleos de población más reducidos? Los niveles de ansiedad se verían reducidos considerablemente ya que las aglomeraciones desaparecerían y las mañanas de camino al trabajo serían más placenteras. El tiempo que se dedica a trasladarse de un lugar a otro, se podría dedicar a familiares y amigos. Esto provocaría más vida social de calidad, más unión dentro del núcleo familiar y mayor bienestar en cada uno de sus miembros. Probablemente los niños y niñas, los y las adolescentes, no pasarían largas jornadas en internet, sin ningún tipo de supervisión. Es un hecho que el uso excesivo de dispositivos tecnológicos provoca problemas de visión y auditivos, pero también trastornos conductuales como el déficit de atención y la hiperactividad, cada vez más comunes. El mal uso de las redes sociales desemboca incluso en problemas más graves como el bullying entre compañeros de clase que acaban en los juzgados.

    En la mayoría de los casos el estrés se trata con fármacos, aunque estos tratamientos resulten muy útiles, no estamos atajando la raíz del problema. A menudo crean dependencia y pueden causar otros efectos indeseados en la salud del paciente. Existen terapias alternativas que previenen y reducen el estrés de forma natural como el ejercicio físico, técnicas de relajación etc.... Un ejemplo curioso, es la llamada respiración del zumbido de la abeja, una práctica de yoga que se trata de taparse los ojos y oídos, a la vez que se genera un sonido con la garganta que simula el zumbido de la abeja. Esa práctica actúa en la reducción de los niveles de estrés como lo hacen otros sonidos de la naturaleza. El hecho de poner tanto empeño en vivir alejados de un entorno natural, nos provoca grandes cantidades de estrés que a su vez nos genera enfermedades incurables sin que seamos capaces de cambiar nuestros hábitos. Siempre quise ser una superheroína, si realmente lo fuera, me instalaría en la montaña, mi casa tendría un balcón con vistas a una dehesa y un riachuelo con truchas.

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